You are here

Systemic Alternatives

Subscribe to Systemic Alternatives feed Systemic Alternatives
Analysis for Global Change
Updated: 10 hours 55 min ago

Del XI FOSPA a la COP 30

Tue, 04/23/2024 - 16:57
Un acuerdo para hacer frente al “territorio desconocido”

Por Pablo Solón

El informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre El Estado del Clima 2023 señala que el año pasado “fue el año más cálido en el registro observacional de 174 años”. Dicho texto sostiene que apenas faltaron unas pocas centésimas para superar el incremento de la temperatura del planeta en un 1,5°C. Los datos que aporta el informe de la OMM sobre el calentamiento de los océanos, el derretimiento de los glaciares y el aumento del nivel del mar anuncian que se está produciendo un salto cualitativo en la crisis climática. Las Naciones Unidas, haciendo eco del Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea, afirman: “La temperatura media mundial en julio de 2023 fue la más alta jamás registrada en al menos 120.000 años”. Gavin Schmidt, la principal autoridad de la NASA, escribe: “Los modelos climáticos no pueden explicar la gigantesca anomalía de calor de 2023. Es posible que estemos en territorio desconocido“.

La evolución de las crisis del sistema de la Tierra está avanzando a saltos. El año pasado el Foro Social Panamazónico (FOSPA), la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y la Asamblea Mundial de la Amazonía (AMA) junto a varias organizaciones indígenas, campesinas, de mujeres y sociales entregamos a la Cumbre de Presidentes de la Amazonía, reunida en Belém do Pará, Brasil, un conjunto de propuestas para evitar el punto de no retorno de la Amazonía. Los presidentes adoptaron una declaración que reconoce el peligro del punto de no retorno de la Amazonía y anunciaron mecanismos de participación social, pero no adoptaron medidas urgentes, con compromisos claros, para frenar la deforestación, la minería ilegal del oro, la extracción petrolera, la pérdida de la biodiversidad, y el reconocimiento de territorios de indígenas y afrodescendientes. Apenas meses después de esta Cumbre, la Amazonía empezó a sufrir un calor extremo, con incendios descontrolados, ríos y embalses sin agua que dejan sin electricidad a regiones enteras, mientras que en otros lugares se presenciaban ríos desbordados por las lluvias que arrasaban poblaciones cobrando vidas humanas.

El punto de no retorno de la Amazonía y el territorio desconocido al que está entrando el sistema de la Tierra son dos procesos que se retroalimentan. La falta de acciones en un lado aviva la crisis en el otro y viceversa. Desde el XI FOSPA a realizarse en Bolivia del 12 al 15 de junio, debemos profundizar nuestras propuestas para hacer frente al punto de no retorno de la Amazonía y al mismo tiempo promover acciones para confrontar el descalabro del sistema climático mundial.

El Acuerdo de París ya no es la respuesta para hacer frente al “territorio desconocido” del clima. Las Contribuciones Nacionalmente Determinadas son demasiado raquíticas para frenar al aceleramiento de la crisis climática. Estamos en un momento donde requerimos un nuevo tipo de acuerdo que confronte las causas estructurales del cambio climático. Un acuerdo que no se limite a hablar de emisiones de gases de efecto invernadero, sino que establezca claramente acciones para salir de los combustibles fósiles, frenar en seco la deforestación, desmantelar el modelo del agronegocio y combatir el modelo de consumo insostenible, entre otras medidas. 

Cada año se extraen más de 4.000 millones de toneladas de petróleo, un tercio de los cuales provienen de Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia. Requerimos de un verdadero acuerdo climático que fije metas anuales de reducción de la extracción y consumo de petróleo, carbón y gas. De igual manera, es fundamental tener compromisos precisos de disminución de la deforestación y degradación de los bosques por cada país y región. No es posible que se gasten cientos de millones de dólares para cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero de los bosques con el objetivo de generar mercados de carbono para la venta de permisos para seguir contaminando.  El tiempo de hacer dinero con los mecanismos de flexibilidad climática debe acabar.

El nuevo acuerdo que necesitamos debe atender tanto la crisis climática como la crisis de la biodiversidad. La división que existe entre la Convención de Biodiversidad (CBD) y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) responde a la lógica de la diplomacia antes que a la realidad de los procesos de la Naturaleza. Requerimos un acuerdo integral que no parcele la crisis del sistema de la Tierra y menos que lo reduzca a un sólo factor como las emisiones de gases de efecto invernadero.

Precisamos un acuerdo no antropocéntrico que no esté supeditado a los intereses de los gobernantes de turno. Un acuerdo que asuma a la Naturaleza como un sujeto y no como un objeto. Un acuerdo basado en el reconocimiento de los Derechos de la Naturaleza para restablecer el equilibrio de los ciclos vitales del planeta Tierra.

Un acuerdo integral del clima y la biodiversidad que establezca medidas para hacer frente al militarismo, el neofascismo, el racismo, a la violencia patriarcal y al hambre que se extiende por el mundo. Es imposible una solución a la crisis ecológica del planeta si no detenemos la escalada armamentista y guerrerista que se está esparciendo como un cáncer. Es absolutamente inadmisible que las principales potencias incumplan sus promesas de financiamiento para el clima y la biodiversidad cuando destinan una cifra veinte veces más grande para sus presupuestos militares. El acuerdo que necesitamos debe pronunciarse claramente contra las invasiones militares a Gaza y Ucrania. También, este nuevo acuerdo que necesitamos debe fortalecer la lucha contra los movimientos neofascistas que esparcen el negacionismo climático y socavan los derechos sociales, en particular de las mujeres. La paz, la democracia y la justicia son esenciales para hacer frente al “territorio desconocido” del planeta y al punto de no retorno de la Amazonía.

Necesitamos construir un proceso para la acción que esté basado en soluciones territoriales como las asumidas por el Ecuador en el referéndum del Yasuní para el retiro de todas las instalaciones petroleras que están en dicho bloque. El destino del cambio climático depende del fortalecimiento y propagación de estas acciones de autogestión territorial a nivel de los hidrocarburos, la soberanía alimentaria, los bosques, los ríos, las urbes y todos los espacios de la sociedad.

El XI FOSPA en Bolivia tiene el desafío de sentar las bases de esta construcción colectiva para este nuevo pacto por la vida en la Tierra desde la perspectiva de la Amazonía. El Encuentro de la Movilización de los Pueblos por la Tierra y el Clima, que se llevará a cabo inmediatamente después del XI FOSPA, será clave no sólo para aportar una dimensión mundial, sino para profundizar las propuestas y acciones contra las guerras, el neofascismo, y la erosión de la justicia a diferentes niveles.

Entre el XI FOSPA y la COP 30 en Belém do Pará Brasil, debemos construir una hoja de ruta de luchas territoriales como las del Yasuní en el Ecuador que nos convoca a la más amplia solidaridad para hacer realidad el retiro de las actividades petroleras y empezar la fase de la reparación a la Naturaleza y los pueblos afectados; luchas territoriales por la demarcación y titulación de los territorios indígenas; luchas territoriales contra la minería ilegal del oro y el mercurio; luchas territoriales por defender y expandir las áreas protegidas; luchas territoriales por la soberanía alimentaria, la defensa del agua y reconocer los derechos de los ríos, lagos y ecosistemas acuáticos.

La COP16 de la Biodiversidad en Colombia será otro momento clave para avanzar en esta construcción colectiva que vaya más allá de los textos de las negociaciones y se centre en las propuestas de acción y en la construcción colectiva de un nuevo acuerdo integral. No desmerezco la discusión de los textos diplomáticos, considero que algunos párrafos podemos y debemos utilizarlos; pero, después de dos décadas de negociaciones intergubernamentales, estoy absolutamente convencido que los movimientos sociales, de mujeres, juveniles, académicos y otros no podemos consumir nuestras energías en estos procesos y menos alimentar falsas expectativas.

La realización del G20 en Brasil y muchos otros encuentros a nivel regional e internacional debemos aprovecharlos para pensar más allá de los chalecos de fuerza de estos encuentros. Nuestra perspectiva debe ser no sólo construir un nuevo acuerdo desde los Pueblos y para la Naturaleza a adoptarse en Belém do Pará, Brasil, sino avanzar en un plan de acción para la implementación del mismo.

La COP 30 debe ser recordada no tanto por las declaraciones vacías a las que nos tienen acostumbrados, sino por la determinación de los pueblos que hemos dicho basta de imposturas y hemos comenzado a andar por la senda de un pacto por la vida en la Tierra.

Categories: D2. Socialism

Informe de la Organización Meteorológica Mundial. Un comentario rápido

Tue, 04/09/2024 - 15:50
Luiz Marques: “¿El salto de calentamiento de 2023 nos introduce en un ‘territorio inexplorado’?”

En marzo de 2024, la Organización Meteorológica Mundial publicó su informe anual, The State of the Global Climate 2023 (en adelante, OMM 2023) confirmando oficialmente su informe provisional de octubre de 2023 [1] y lo que ya habían anticipado las agencias climáticas nacionales y europeas, así como la literatura científica reciente. Citemos y comentemos cinco de los puntos más importantes de este informe:[2]

El primer punto se refiere, por supuesto, al calentamiento medio mundial en 2023: “La temperatura media mundial cerca de la superficie en 2023 fue de 1,45 ± 0,12 °C por encima de la media de 1850-1900” (OMM 2023). Esto, de enero a diciembre del año pasado. Según Copernicus, la agencia europea del clima, la temperatura media mundial combinada de la superficie, la tierra y el mar, para los doce meses comprendidos entre marzo de 2023 y febrero de 2024 fue 1,56 °C más cálida que la media del período preindustrial (1850-1900) y la temperatura en febrero de 2024 fue 1,77 °C más cálida que la media de los meses de febrero en este periodo de referencia. [3] Es posible, por tanto, que los 12 meses comprendidos entre abril de 2023 y marzo de 2024 superen la marca de 1,56 °C y así sucesivamente hasta que cesen o disminuyan los efectos de El Niño actual.

¿El salto de calentamiento de 2023 nos empuja a un “territorio inexplorado”?

El segundo punto del informe de la OMM sitúa el calentamiento de 2023 en relación con los registros climáticos históricos, que comenzaron alrededor de 1850: “El año 2023 fue el año más cálido en el registro observacional de 174 años, superando claramente a los años más cálidos anteriores. El calentamiento de 2016 alcanzó 1,29 ± 0,12 °C (por encima de la media de 1850-1900) y el de 2020 alcanzó 1,27 ± 0,13 °C. Los últimos nueve años, 2015-2023, han sido los nueve años más calurosos registrados. (…) La temperatura media mundial para el decenio 2014-2023 es de 1,20 ± 0,12 °C por encima de la media de 1850 a 1900, el período de 10 años más cálido registrado” (OMM 2023).

En 2023, por lo tanto, se observó un aumento del calentamiento medio global de casi 0,2 °C. En el mismo mes de la publicación de este informe de la OMM, Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales (NASA), publicó un artículo llamando la atención sobre la excepcionalidad de este salto en los registros históricos de calentamiento. En su título, el artículo dice a qué se refiere: “Los modelos climáticos no pueden explicar la gigantesca anomalía de calor de 2023. Es posible que estemos en territorio desconocido” (inexplorado). [4] “En los últimos nueve meses, las temperaturas medias de la superficie terrestre y marina han superado los récords anteriores cada mes hasta en 0,2 °C, un margen enorme a escala planetaria”. Para calibrar cuán enorme es realmente este margen, basta recordar que la tasa media de calentamiento global entre 1970 y 2010 fue de 0,18 °C por década, lo que ya representaba una enorme aceleración, ya que la tasa de calentamiento entre 1920 y 1970 fue de 0,04 °C por década. Es comprensible, en este contexto, que Gavin Schmidt retome la hipótesis de que el sistema climático puede haber entrado en un “territorio inexplorado”. Utiliza esta expresión, sin embargo, con la máxima cautela, subrayando que todo sigue dependiendo del comportamiento del clima después de El Niño aún en curso:

“Si la anomalía no se estabiliza para agosto, una expectativa razonable basada en eventos anteriores de El Niño, entonces el mundo está en territorio inexplorado. Esto podría implicar que el calentamiento del planeta ya está alterando fundamentalmente la forma en que funciona el sistema climático, mucho antes de lo que predijeron los científicos. También podría significar que las inferencias estadísticas basadas en eventos pasados son menos confiables de lo que pensábamos, agregando más incertidumbre a los pronósticos estacionales de sequías y patrones de precipitación”.

El término “territorio desconocido” en el presente contexto alude a los mapas de los siglos XV y XVI que utilizaban la expresión terra incognita para referirse a las zonas aún no cartografiadas del planeta. Ha sido empleado desde al menos 2022 por António Guterres, secretario general de la ONU, quien dijo: “los impactos nocivos del cambio climático nos están llevando a territorios inexplorados de destrucción”. [5] El término se ha vuelto recurrente en la comunidad científica y fue utilizado, por ejemplo, por William Ripple y sus colegas en un artículo titulado: “El informe sobre el estado del clima de 2023: Entrando en territorio inexplorado”. [6] En la conclusión de ese artículo, los autores afirman: “Tememos el territorio inexplorado en el que estamos entrando ahora. Las condiciones se volverán muy angustiantes y potencialmente incontrolables para grandes regiones del mundo”. Este mismo temor llevó a Gavin Schmidt a afirmar:

“Es humillante y algo preocupante admitir que ningún año ha confundido más las capacidades predictivas de los científicos del clima que 2023 (…) Se espera una tendencia general de calentamiento debido al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), pero este aumento repentino del calor supera con creces las predicciones hechas por los modelos climáticos estadísticos que se basan en observaciones anteriores”.

Sea como fuere, más importante que especular sobre la naturaleza del salto de calentamiento que se produjo en el último año y en los tres meses de 2024, es entender que la última década fue la más cálida no solo en los registros históricos (mediciones instrumentales), sino en todo el Holoceno, los últimos 11.700 años. [7] Por otra parte, si la frontera del Holoceno se cruzó irreversiblemente en la segunda década del siglo, es probable que ya se haya cruzado o se esté cruzando otra frontera en esta tercera década, cuando el calentamiento actual haya superado, o esté a punto de superar, las temperaturas medias globales más altas de un período de referencia mucho más remoto: el Eemiense, el último período interglacial (hace 130.000 a 115.000 años). Esta superación ha sido ampliamente admitida desde mediados de 2023, incluso por la ONU: “Es oficial: la temperatura media mundial en julio de 2023 fue la más alta jamás registrada y probablemente la más alta en al menos 120.000 años”. [8] La ONU hacía eco entonces de Copernicus, la agencia europea del clima, en voz de su directora adjunta, Samantha Burgess, que acababa de afirmar que “el planeta no ha estado tan caliente en los últimos 120.000 años”. [9]

Calentamiento de los océanos

El tercer punto que debe destacarse en el informe de la OMM se refiere al calentamiento de los océanos: “El contenido de calor de los océanos (OHC) ha alcanzado su nivel más alto en los 65 años de registro de observación. (…) Los 2.000 metros superiores del océano continuaron calentándose en 2023. Este calentamiento es irreversible en los próximos siglos y milenios. El calor almacenado en el océano en 2023 (…) superó el valor de 2022 en 13 ± 9 ZJ [ZJ = ZettaJoule, donde 1 ZJ = 10 J21], de acuerdo con las estimaciones publicadas a principios de 2024”. (OMM 2023).

Estas estimaciones de la OMM son, de hecho, consistentes con las de un artículo publicado por Lijing Cheng y sus colegas,[10] que reporta dos valores para el calor almacenado en los océanos (OHC), obtenidos por el Instituto de Física Atmosférica de la Academia China de Ciencias (IAP/CAS) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). En el caso de la IAP/CAS, el calor almacenado en el océano (OHC) en 2023 superó al de 2022 en 15 ±10 ZJ, y en el caso de la NOAA, el OHC de 2023 superó al de 2022 en 9 ± 5 ZJ.

Es necesario entender bien la magnitud, en términos energéticos, de estas medidas dadas en Zetta Joules (ZJ). Para empezar, 1 ZJ es igual a 10 julios elevado a la 21ª potencia (1 Zj = 10 J21). En términos más concretos: a) todo el consumo de energía de la humanidad durante un año es actualmente del orden de 1/2 Zetta Joule; [11] (b) el consumo de energía de la humanidad entre el inicio del Holoceno (hace 11.700 años) y 1950 asciende a 14 ZJ, y este consumo entre 1950 y 2020, durante el Antropoceno, asciende a 22 ZJ. [12] Esto bastaría para entender que desde 1950 vivimos en una nueva época geológica, el Antropoceno, a pesar de las obstinaciones de ciertos geólogos (pero eso es para otro artículo). Lo que importa aquí es subrayar que la cantidad de energía absorbida por los océanos dio un gran salto en 2023, en comparación con 2022. Según la OMM, este aumento del calor contenido en el océano en 2023 corresponde al menos ocho veces al consumo actual de energía de la humanidad (13 ± 9 ZJ).

Dicho en otra escala, la de los grados centígrados, en 2023 y más aún en los tres primeros meses de 2024, la temperatura media de la superficie del mar (entre 60°S y 60°N) alcanzó y superó los 21 °C por primera vez en los registros históricos. En 2024, este límite se supera desde mediados de enero y se ha mantenido por encima de este nivel hasta el 21 de marzo de 2024. La Figura 1 muestra las anomalías diarias de la temperatura de la superficie del océano (entre 60°S y 60°N) en relación con el promedio de los años 1982-2011.

Figura 1 – Temperatura media diaria de la superficie del océano entre 60ºN y 60ºS en grados centígrados, que muestra las temperaturas de 2023 (naranja), de 2024 al 21 de marzo (línea negra continua) y la media de los años 1982-2011 con dos intervalos de confianza hacia arriba y hacia abajo (líneas punteadas). Fuente: ClimateReanalyzer a partir de datos de la NOAA.

Las temperaturas medias para el período 1982-2011 alcanzaron un máximo de 20,3 oC. Estas mismas temperaturas en 2023 y 2024 alcanzan un máximo de 21,2 °C, un aumento de casi 1 °C en un período de tiempo absolutamente irrisorio. Estamos en una aceleración desenfrenada del calentamiento. Así lo confirma, una vez más, un estudio publicado en 2023, que muestra que “la absorción de calor por parte de los océanos se ha acelerado drásticamente desde la década de 1990, casi duplicándose durante 2010-2020 en comparación con 1990-2000”. [13]

Aumento del nivel del mar

El cuarto punto a comentar en este informe de la OMM se refiere al aumento del nivel del mar: “En 2023, el nivel medio mundial del mar alcanzó un nivel récord en los registros satelitales (desde 1993 hasta la actualidad), lo que refleja el continuo calentamiento de los océanos, así como el derretimiento de los glaciares y las capas de hielo. La tasa de aumento del nivel medio del mar a nivel mundial en los últimos diez años (2014-2023) se ha duplicado con creces desde la primera década de registros satelitales (1993-2002)” (OMM 2023).

La aceleración del aumento del nivel del mar es uno de los aspectos más inequívocos y también una de las consecuencias más dramáticas de la aceleración del calentamiento. Según Copernicus, “la tasa combinada de pérdida de hielo [de Groenlandia y la Antártida] se ha más que triplicado desde la década de 1980, de una pérdida de 120 km3 por año en la década de 1980, a una pérdida de aproximadamente 460 km3 por año en la década de 2010. La pérdida de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida ha sido de 11.000 km3 desde 1970. [14] La Figura 2 muestra la aceleración de las tasas decenales de aumento del nivel del mar entre enero de 1993 y diciembre de 2023.

Figura 2 – Evolución mundial del nivel medio del mar entre enero de 1993 y diciembre de 2023 basada en la altimetría satelital. El área sombreada indica incertidumbre. La tendencia en estos 30 años es de un incremento de 3,43 ±0,3 mm/año. La aceleración es de 0,12 ±0,05 mm por año y la curva está segmentada en tres períodos, lo que indica tres tasas crecientes de aumento del nivel medio anual del nivel del mar: a) enero de 1993 a diciembre de 2002 (2,13 mm/año); b) enero de 2003 a diciembre de 2012 (3,33 mm/año) y c) enero de 2014 a diciembre de 2023 (4,77 mm/año)
Fuente: Organización Meteorológica Mundial, Estado del Clima Mundial 2023, Fig. 6

Pero es importante tener en cuenta que el aumento medio anual de 4,77 mm/año en la década 2014-2023, obviamente ya espectacular, no tiene en cuenta la cola final de esta curva decenal, ya que hay un aumento de 7,6 mm en 2023, respecto a 2022. [15]

El aumento de la inseguridad alimentaria y los refugiados climáticos

El quinto y último punto que se comentará en este rico informe de la OMM (otros se analizarán a su debido tiempo) se refiere al capítulo “Impactos socioeconómicos”, centrado en el aumento de la inseguridad alimentaria y los refugiados climáticos: “La seguridad alimentaria, el desplazamiento de la población y los impactos en las poblaciones vulnerables siguen siendo una preocupación creciente en 2023, con peligros meteorológicos y climáticos que agravan la situación en muchas partes del mundo. Las condiciones meteorológicas y climáticas extremas siguieron desencadenando nuevos y prolongados desplazamientos en 2023 y aumentaron la vulnerabilidad de muchas personas que ya habían sido desarraigadas por situaciones complejas y multicausales de conflicto y violencia. (…) Los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos interactúan y, en algunos casos, desencadenan o agravan situaciones relacionadas con la seguridad hídrica y alimentaria, la movilidad de la población y la degradación del medio ambiente” (OMM 2023).

El informe aborda aquí uno de los efectos más trágicos del calentamiento global. Es importante subrayar, desde el principio, la advertencia de sus autores: los impactos más visibles de la emergencia climática, es decir, picos de calor, huracanes, sequías, inundaciones, pérdidas de cosechas, etc., no hacen más que “exacerbar” la inseguridad alimentaria en “poblaciones vulnerables”, víctimas de “situaciones complejas y multicausales de conflicto y violencia”. Pakistán, que ha registrado temperaturas superiores a los 45 °C (54 °C en Turbat en 2017; 52 °C en Jacobabad en 2022), sufrió inundaciones en 2022 que sumergieron cerca de un tercio de su superficie total, imponiendo el desplazamiento de unos 50 millones de personas y la pérdida de 18 mil km2 de su tierra cultivable. Es difícil imaginar que las crisis meteorológicas y climáticas que se avecinan permitan a su población el tiempo que necesita para recuperarse de la catástrofe de 2022. Como se indica en el informe de la OMM:

“En Pakistán, las inundaciones monzónicas de 2022, que desencadenaron el mayor desastre de desplazamiento en una década, siguieron teniendo efectos duraderos en 2023. Las comunidades desplazadas aún se estaban recuperando cuando las fuertes lluvias azotaron algunos distritos en junio de 2023, causando enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmitidas por vectores”.

En septiembre de 2023, la tormenta Daniel inundó casi 3.000 hectáreas de tierras de cultivo clave en la parte oriental de Libia. Además, estas tormentas provocaron el colapso de una presa, afectando el sistema de riego, dañando caminos y el sistema de almacenamiento de granos. Este es un caso típico en el que un evento climático exacerba una situación creada en la esfera política. En 2011, en pleno Ramadán, la OTAN inició un bombardeo sobre Libia que duraría siete meses. La operación (llamada “Operación Protector Unificado”) llevó a cabo 26.000 misiones aéreas sobre Libia, incluidas más de 9.600 misiones de bombardeo. La destrucción del país por la OTAN contravenía directamente una resolución del Consejo de Seguridad, que sólo permitía la prohibición del uso del espacio aéreo del país por parte de las fuerzas gubernamentales. Después de asesinar a su dictador, Muammar al-Gaddafi, y matar e herir a un número indefinido de civiles, nunca reconocidos por la OTAN (se estima que miles), el entonces jefe de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, proclamó en una conferencia de prensa conjunta en Trípoli con Mustafa Abdul-Jalil, respaldado por la OTAN: “Juntos, podemos hacerlo. Libia es finalmente libre”. Y, dirigiéndose a los presentes, concluyó: “Habéis actuado para cambiar vuestra historia y vuestro destino. Actuamos para protegerlos”. [16] Desde esta invasión aérea y naval, se ha desatado el caos en Libia. Este bombardeo es, como es bien sabido, el punto de partida de un estado crónico de anomia y guerra civil. No es casualidad que, como afirma el informe, el país ya estuviera “en estado de crisis alimentaria y necesitado de ayuda externa en julio de 2023, antes de las inundaciones” de septiembre.

El reciente aumento de la inseguridad alimentaria es particularmente cruel en su aspecto más extremo, que es también la más brutal y primitiva de las causas de muerte y sufrimiento: el aumento del hambre aguda y las muertes por inanición a escala mundial desde al menos 2015, después de décadas de progreso en la reducción de la inseguridad alimentaria mundial. Esta sinergia es tanto más evidente cuanto que, como ya se ha dicho, el hambre es el resultado de una combinación de varios factores, entre ellos:

  1. El aumento de la desigualdad producido por el triunfo de los “mercados” sobre el modelo socialdemócrata heredado de la historia de conquistas sociales desde el siglo XIX, triunfo que es la primera y principal causa de la pobreza extrema.
  2. La escasez real de alimentos debido a las malas cosechas debido a la destrucción de la naturaleza y la desestabilización del clima. Los casos de Brasil y Argentina son ejemplares, pero 2023 fue un año de pérdida de productividad agrícola en todos los continentes. Y el 2023 pronto será recordado con nostalgia por los agricultores.
  3. La escasez artificial de alimentos, es decir, la hambruna provocada por la especulación sobre los precios de los alimentos en los mercados de futuros, el grado más sórdido de la patología financiera que hoy domina la economía globalizada, ya que los alimentos se han convertido en una mercancía blanda, es decir, en parte integrante del gran casino al que se ha reducido la economía mundial.
  4. La escasez real de alimentos provocada por la pandemia y las guerras.

Es importante detenerse un momento en este último tema, ya que los caudillos han utilizado hoy, como en el pasado, el hambre como arma en los genocidios y la depuración étnica de las poblaciones civiles. Alex de Waal, director de la Fundación para la Paz Mundial, escribió en 2024 que las grandes hambrunas están aumentando de nuevo, desmintiendo sus predicciones optimistas de 2016:[17].

“Me equivoqué. Las grandes hambrunas han vuelto. Subestimé la determinación despiadada de algunos señores de la guerra de emplear el hambre como arma. Y sobreestimé lo mucho que los donantes humanitarios más grandes del mundo se preocupan por alimentar a los hambrientos en las zonas de conflicto”.

“En todo el mundo”, continúa De Waal, “alrededor de dos tercios de las personas reducidas al hambre viven o intentan huir en zonas de guerra o violentas, como Sudán y Gaza”. Y el mundo de los ricos es cada vez más indiferente a esta situación. Basta recordar, según Alex de Waal, que hace cinco años, los presupuestos de ayuda de emergencia de una parte de los países donantes representaban el 60% de los llamamientos de la ONU. En 2023, cayeron al 35%. En realidad, los países ricos no sólo son indiferentes, sino que también y sobre todo son responsables en gran medida de la extrema pobreza de los países africanos, a través del saqueo de los recursos de estos países, los golpes de Estado, la venta de armas a los dictadores de turno, etc. En el caso del genocidio en curso de los palestinos en Gaza, Estados Unidos no hace más que confirmar una vez más su invariable preferencia por la guerra, mientras que las llamadas democracias europeas, por su alineamiento automático con Washington, han perdido su identidad histórica, su prosperidad y, sobre todo, el último remanente de capital moral que les queda.

Los datos de la FAO para 2021, reportados en el informe de la OMM, muestran que los contingentes de la humanidad más grandes se ven reducidos a la inseguridad alimentaria y el hambre:[18]

  • Alrededor de 2.300 millones de personas en el mundo sufrieron inseguridad alimentaria moderada o grave, un aumento de 350 millones con respecto a 2019.
  • Casi 924 millones de personas (el 11,7% de la población mundial) se enfrentaron a niveles agudos de inseguridad alimentaria, lo que supone un aumento de 207 millones en dos años.
  • Las mujeres, como siempre, sufren aún más: el 31,9% de las mujeres a nivel mundial padecían inseguridad alimentaria moderada o grave, en comparación con el 27,6% de los hombres, y esta disparidad se amplió en 2021 en comparación con el año anterior.
  • 45 millones de niños menores de cinco años sufrieron emaciación, la forma más aguda de malnutrición, que aumenta hasta 12 veces el riesgo de muerte de los niños. Además, 149 millones de niños menores de cinco años sufrieron retrasos en el crecimiento y el desarrollo debido a la falta crónica de nutrientes esenciales en sus dietas.

Entre 2016 y 2023, el número de personas que necesitan ayuda de emergencia para evitar la hambruna aumentó de 130 millones a 363 millones, un aumento del 180%. Y esas estimaciones ni siquiera incluían la hambruna a la que el gobierno israelí está reduciendo a los palestinos en su ofensiva genocida.

Unos 90 millones de personas padecen hambre aguda en Etiopía, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Yemen. “Estos países, desafortunadamente, tienen sus propias historias de escasez aguda de alimentos, pero el mundo nunca ha visto a todos estos países reducidos a la hambruna al mismo tiempo”. En Brasil, la proporción de brasileños sin recursos para alimentarse y/o sus familias aumentó del 30% en 2019 al 36% en 2021, “alcanzando un nuevo récord en la serie iniciada en 2006”. Entre el 20% más pobre, este porcentaje pasó del 53% en 2019 al 75% en 2021, con impactos mucho mayores entre la población femenina. [19] Esto no solo se debe a la pandemia, sino también a la regresión civilizatoria que trajeron, sobre todo, Temer y Bolsonaro.

Por último, hay que señalar que los países ricos son cada vez más indiferentes a su propia población hambrienta, porque el hambre también aumenta en estos países, empezando por los más ricos, los Estados Unidos. Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), “en 2022, 44,2 millones de personas vivían en hogares con inseguridad alimentaria. Estas personas constituían el 13,5 por ciento de la población civil no institucionalizada de Estados Unidos e incluían a 30,8 millones de adultos y 13,4 millones de niños”. [20] El avance del hambre en los EE. UU. no tiene precedentes en su historia reciente, ya que en 2021 el número de personas en hogares víctimas de la inseguridad alimentaria fue de “solo” 34 millones. Por lo tanto, se ha producido un aumento de más del 30% en la población en situación de inseguridad alimentaria y un aumento de casi el 45% en la inseguridad alimentaria infantil, el peor resultado desde 2014.

Digamos, para concluir, que el informe de la OMM confirma una vez más lo que nadie más ignora ni debería ignorar: en los últimos diez años, la economía globalizada ha hecho que el planeta sea más inhóspito para la vida. Para 2030, superar el peligroso límite del calentamiento medio global de 1,5 grados centígrados será irreversible, y en las próximas dos décadas, cuando el calentamiento haya alcanzado o superado los 2 grados centígrados, toda nuestra energía y creatividad se consumirán en la tarea de sobrevivir. La civilización termofósil que históricamente nos constituyó, y que hoy nos sigue definiendo, necesita ser superada y las dos primeras condiciones para superarla son la exigencia incondicional de paz y un renacido entusiasmo por la idea de que otro mundo es (todavía) posible.

Notas

[1] Cf. World Meteorological Organization, Provisional State of the Global Climate 2023.

[2] Cf. World Meteorological Organization, State of the Global Climate 2023. WMO n. 1347

[3] Cf. Copérnico, «Febrero de 2024 fue el más cálido registrado a nivel mundial». 5/III/2024: “La temperatura media mundial de los últimos doce meses (marzo de 2023-febrero de 2024) es (…) 1,56 °C por encima de la media preindustrial de 1850-1900. (…) El mes fue 1,77 °C más cálido que una estimación del promedio de febrero para 1850-1900, el período de referencia preindustrial designado”. 

[4] Cf. Gavin Schmidt, “Los modelos climáticos no pueden explicar la enorme anomalía de calor de 2023: podríamos estar en territorio inexplorado”. Naturaleza, 19/III/2024.

[5] Cf. “Los impactos del cambio climático ‘se dirigen a un territorio inexplorado’, advierte el jefe de la ONU”. Noticias ONU, 13/IX/2022: “Los efectos nocivos del cambio climático nos están llevando a ‘territorios inexplorados de destrucción'”.

[6] Cf. William Ripple et al., “El informe sobre el estado del clima en 2023: Entrando en un territorio inexplorado”. BioScience, X24/2023.

[7] Cf. Shaun A. Marcott et al. “Una reconstrucción de la temperatura regional y global de los últimos 11.300 años”. Ciencia, 339, 6124, 8/III/2013, pp. 1198-1201; Darrel S. Kaufman y Ellie Broadman, “Revisando el enigma de la temperatura global del Holoceno”. Naturaleza, 2023, 614, 13/II/2023, pp. 425-435.

[8] Cf. “Es oficial: julio de 2023 fue el mes más cálido jamás registrado”. Naciones Unidas, 8/VIII/2023: “La temperatura media mundial de julio de 2023 fue la más alta registrada y probablemente en al menos 120.000 años”.

[9] Cf. Samantha Burgess: “no ha sido tan cálido en los últimos 120.000 años” (citado en la nota anterior).

[10] Cf. Lijing Cheng et al., «New Record Ocean Temperature and Related Climate Indicators in 2023» (Nuevos récords de temperaturas oceánicas e indicadores climáticos relacionados en 2023). Avances en Ciencias Atmosféricas, 2024.

[11] Cf. Zheng Lin, “Las temperaturas del océano ayudaron a hacer de 2023 el año más caluroso jamás registrado”. EurekAlert, AAAS, 11/I/2024.

[12] Cf. Jaia Syvitski et al., “El extraordinario consumo de energía humana y los impactos geológicos resultantes a partir de alrededor de 1950 d.C. iniciaron la época del Antropoceno propuesta”. Communications Earth & Environment, 1, 32, 2020: “El gasto energético humano en el Antropoceno, ~22 zetajoules (ZJ), supera al de los 11.700 años anteriores del Holoceno (~14,6 ZJ), en gran parte a través de la combustión de combustibles fósiles”.

[13] Cf. Zhi Li, Matthew H. England y Sjoerd Groeskamp, “Aceleración reciente en la acumulación global de calor oceánico por modo y aguas intermedias”. Nature Communications, 14, 6888, 2023

[14] Véase Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), Resumen sobre el estado del clima en Europa 2022.

[15] Cf. Phys.Org, “Un nuevo análisis ve un aumento en el nivel global del mar en 2023 debido a El Niño”, 21/III/2024, basado en datos de la NASA.

[16] Cf. Karin Laub, “La OTAN pone fin a la victoriosa campaña de 7 meses en Libia”. AP, 1 DE DICIEMBRE DE 2011.

[17] Cf. Alex de Waal, “Dije que la era de la hambruna podría estar terminando. Me equivoqué”. The New York Times, 9/III/2024: “Me equivoqué. Las hambrunas han vuelto. Subestimé la cruel determinación de algunos líderes de guerra de usar el hambre como arma. Y sobreestimé lo mucho que los mayores donantes humanitarios del mundo se preocupaban por alimentar a los hambrientos en las zonas de conflicto”.

[18] Cfr. FAO, FIDA, UNICEF, PMA y OMS, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022. Roma, FAO.

[19] Cf. Marcelo Neri, “Inseguridad alimentaria en Brasil: pandemia, tendencias y comparaciones internacionales”. Río de Janeiro, FGV Social, 2022.

[20] Cf. Matthew P. Rabbitt et al., “Seguridad alimentaria de los hogares en los Estados Unidos en 2022”. USDA, 2023: “En 2022, 44,2 millones de personas vivían en hogares con inseguridad alimentaria. Constituían el 13,5 por ciento de la población civil no institucionalizada de Estados Unidos e incluían a 30,8 millones de adultos y 13,4 millones de niños”.

Categories: D2. Socialism

O relatório da Organização Meteorológica Mundial. Um rápido comentário

Tue, 04/09/2024 - 07:30
Luiz Marques “O salto do aquecimento de 2023 nos introduz em ‘território desconhecido’?”

Por Luiz Marques

Em março de 2024, a Organização Meteorológica Mundial lançou seu relatório anual, The State of the Global Climate 2023 (doravante OMM 2023) confirmando oficialmente seu relatório provisório de outubro de 2023[1] e o que já fora antecipado pelas agências nacionais e europeia do clima, bem como pela literatura científica recente. Citemos e comentemos cinco dos pontos mais importantes desse relatório:[2]

O primeiro ponto refere-se, obviamente, ao aquecimento médio global em 2023: “A temperatura média global próxima à superfície em 2023 foi 1,45 ± 0,12 °C acima da média de 1850–1900” (OMM 2023). Isso, de janeiro a dezembro do ano passado. Segundo o Copernicus, a agência europeia do clima, a temperatura média superficial global, terrestre e marítima combinadas, dos doze meses entre março de 2023 e fevereiro de 2024 foi 1,56 oC mais quente do que a média do período pré-industrial (1850 – 1900) e a temperatura de fevereiro de 2024 foi 1,77 oC mais quente do que a da média dos meses de fevereiro nesse período de referência.[3] É possível, assim, que os 12 meses entre abril de 2023 e março de 2024 superem a marca de 1,56 oC e assim sucessivamente até que os efeitos do atual El Niño cessem ou diminuam.

O salto do aquecimento de 2023 nos introduz em “território desconhecido”?

O segundo ponto do relatório da OMM situa o aquecimento de 2023 em relação aos registros históricos do clima, iniciados por volta de 1850: “O ano de 2023 foi o ano mais quente no registro observacional de 174 anos, superando claramente os anos mais quentes anteriores. O aquecimento de 2016 atingiu 1,29 ± 0,12 °C (acima da média de 1850–1900) e o de 2020 atingiu 1,27 ± 0,13 °C. Os últimos nove anos, 2015–2023, foram os nove anos mais quentes já registrados. (…) A temperatura global média do decênio 2014 – 2023 é 1,20 ± 0,12°C acima da média de 1850 a 1900, o mais quente período de 10 anos já registrado” (OMM 2023).

Observou-se em 2023, portanto, um aumento no aquecimento médio global de quase 0,2 oC. No mesmo mês da publicação desse relatório da OMM, Gavin Schmidt, diretor do Goddard Institute for Space Studies (Nasa), publicou um artigo chamando a atenção para a excepcionalidade desse salto nos registros históricos do aquecimento. Já em seu título, o artigo diz a que vem: “Os modelos climáticos não podem explicar a gigantesca anomalia de calor de 2023. Podemos estar em território desconhecido” (uncharted territory).[4] O autor parte da constatação de que “nos últimos nove meses, as temperaturas médias da superfície terrestre e do mar ultrapassaram os recordes anteriores todos os meses em até 0,2 °C – uma margem enorme em escala planetária”. Para aquilatar quão enorme é efetivamente essa margem, basta lembrar que a taxa de aquecimento médio global entre 1970 e 2010 foi de 0,18 oC por década, o que já representava uma enorme aceleração, uma vez que a taxa de aquecimento entre 1920 e 1970 fora de 0,04 oC por década. Entende-se bem, nesse contexto, que Gavin Schmidt retome a hipótese de que o sistema climático pode ter entrado em “território desconhecido” (uncharted territory). Ele emprega essa expressão, contudo, com a máxima cautela, frisando que tudo ainda depende do comportamento do clima após o El Niño ainda em curso:

“Se a anomalia não se estabilizar até agosto – uma expectativa razoável baseada em eventos anteriores do El Niño – então o mundo estará em território desconhecido. Isto poderia implicar que o aquecimento do planeta já está alterando fundamentalmente a forma como o sistema climático funciona, muito mais cedo do que os cientistas previam. Poderá também significar que as inferências estatísticas baseadas em acontecimentos passados são menos fiáveis do que pensávamos, acrescentando mais incerteza às previsões sazonais de secas e padrões de precipitação”.

O termo “território desconhecido” no presente contexto alude aos mapas dos séculos XV e XVI que traziam a expressão terra incógnita para se referir às zonas ainda não mapeadas do planetaElefoi empregado ao menos desde 2022 por António Guterres, secretário-geral da ONU, que afirmou: “os impactos nocivos da mudança climática estão nos levando para territórios desconhecidos de destruição”.[5] O termo se tornou recorrente na comunidade científica e foi empregado, por exemplo, por William Ripple e colegas num artigo intitulado: “The 2023 state of the climate report: Entering uncharted territory”.[6] Na conclusão desse artigo, os autores afirmam: “Tememos o território desconhecido em que entramos agora. As condições vão se tornar muito angustiantes e potencialmente incontroláveis para grandes regiões do mundo”. Esse mesmo temor levou Gavin Schmidt a afirmar:

“É humilhante e um tanto preocupante admitir que nenhum ano confundiu mais as capacidades preditivas dos cientistas do clima do que 2023 (…) Espera-se uma tendência geral de aquecimento devido ao aumento das emissões de gases com efeito de estufa (GEE), mas este súbito aumento de calor excede em muito as previsões feitas por modelos climáticos estatísticos que se baseiam em observações anteriores”.

Seja como for, mais importante do que especular sobre a natureza do salto no aquecimento ocorrido no último ano e nos três meses de 2024, é entender que o último decênio foi o mais quente não apenas dos registros históricos (mensurações instrumentais), mas do inteiro Holoceno, os últimos 11.700 anos.[7] Além disso, se a fronteira do Holoceno foi irreversivelmente ultrapassada no segundo decênio do século, outra fronteira provavelmente já o foi também, ou está em vias de sê-lo, neste terceiro decênio, quando o aquecimento atual superou, ou está na iminência de superar, as mais altas temperaturas médias globais de um período de referência muito mais remoto: o Eemiano, o último período interglacial (130 mil a 115 mil anos atrás). Essa ultrapassagem começou a ser largamente admitida desde meados de 2023, inclusive pela ONU: “É oficial: a temperatura média global em julho de 2023 foi a mais alta já registrada e provavelmente a mais alta em pelo menos 120.000 anos”.[8] A ONU repercutia então o Copernicus, a agência europeia do clima, na voz de sua diretora adjunta, Samantha Burgess, a qual acabara de afirmar que “o planeta não esteve tão quente nos últimos 120.000 anos”.[9]

O aquecimento oceânico

O terceiro ponto a se ressaltar no relatório da OMM diz respeito ao aquecimento oceânico: “O calor armazenado nos oceanos (Ocean Heat Content, OHC) atingiu o seu nível mais alto no registro observacional de 65 anos. (…) Os 2.000 metros superiores do oceano continuaram a se aquecer em 2023. Esse aquecimento é irreversível nos próximos séculos e milênios. O calor armazenado no oceano em 2023 (…) excedeu o valor de 2022 em 13 ± 9 ZJ [ZJ = ZettaJoule, sendo que 1 ZJ = 10 J21], consistente com estimativas publicadas no início de 2024”. (OMM 2023)

Essas estimativas da OMM são, de fato, consistentes com as de um artigo publicado por Lijing Cheng e colegas,[10] que reporta dois valores para o calor armazenado nos oceanos (OHC), obtidos pelo Institute of Atmospheric Physics da Chinese Academy of Sciences (IAP/CAS) e pelo National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA). Para o IAP/CAS, o calor armazenado nos oceanos (OHC) em 2023 excedeu o de 2022 em 15 ±10 ZJ, e para o NOAA, o OHC de 2023 excedeu o de 2022 em 9 ± 5 ZJ.

É preciso entender bem a magnitude, em termos energéticos, dessas medidas dadas em Zetta Joules (ZJ). Para começar, 1 ZJ é igual a 10 Joules elevados a 21ª potência (1 Zj = 10 J21). Em termos mais concretos: (a) todo o consumo energético da humanidade durante um ano é atualmente da ordem de ½ Zetta Joule;[11] (b) o consumo energético da humanidade entre o início do Holoceno (11.700 anos atrás) e 1950 monta a 14 ZJ, e esse consumo entre 1950 e 2020, durante o Antropoceno, monta a 22 ZJ.[12] Bastaria isso para entender que desde 1950 vivemos em uma nova época geológica, o Antropoceno, malgrado as recalcitrâncias de certos geólogos (mas isso fica para outro artigo). O que importa aqui é sublinhar que o montante de energia absorvida pelos oceanos deu um salto imenso em 2023, em relação a 2022. Segundo a OMM, esse aumento do calor contido no oceano em 2023 corresponde no mínimo a oito vezes o consumo energético atual da humanidade (13 ± 9 ZJ).

Dito em outra escala, a de graus Celsius, em 2023 e mais ainda nos três primeiros meses de 2024, a temperatura média da superfície do mar (entre 60°S e 60°N) atingiu e superou pela primeira vez nos registros históricos 21 oC. Em 2024, esse limite foi superado desde meados de janeiro e tem se mantido acima desse patamar até 21 de março de 2024. A Figura 1 mostra as anomalias diárias da temperatura superficial dos oceanos (entre 60°S e 60°N) em relação à média dos anos 1982-2011.

Figura 1 – Temperatura média diária superficial do oceano entre 60oN e 60oS em graus Celsius, mostrando as temperaturas de 2023 (laranja), de 2024 até 21 de março (linha preta contínua) e a média dos anos 1982-2011 com dois intervalos de confiança para cima e para baixo (linhas pontilhadas). Fonte: ClimateReanalyzer a partir de dados da NOAA.

As temperaturas médias do período 1982-2011 atingiram no máximo 20,3 oC. Essas mesmas temperaturas em 2023 e 2024 atingem um pico de 21,2 oC, um aumento de quase 1 oC num intervalo de tempo absolutamente irrisório. Estamos em uma desenfreada aceleração do aquecimento. Confirma-o, mais uma vez, um trabalho publicado em 2023, mostrando que “a absorção de calor pelos oceanos acelerou dramaticamente desde a década de 1990, quase duplicando durante 2010-2020 em relação a 1990-2000”.[13]

Elevação do nível do mar

O quarto ponto a ser comentado nesse relatório da OMM refere-se à elevação do nível do mar: “Em 2023, o nível médio global do mar atingiu um nível recorde nos registros dos satélites (de 1993 até o presente), refletindo o aquecimento contínuo dos oceanos, bem como o derretimento de geleiras e mantos de gelo. A taxa de elevação média global do nível do mar nos últimos dez anos (2014–2023) mais do que duplicou em relação à primeira década de registros por satélites (1993–2002)” (OMM 2023).

A aceleração da elevação do nível do mar é um dos aspectos mais inequívocos e também uma das consequências mais dramáticas da aceleração do aquecimento. Segundo o Copernicus, “a taxa combinada de perda de gelo [da Groenlândia e da Antártida] mais do que triplicou desde a década de 1980, passando de uma perda de 120 km3 por ano na década de 1980, para uma perda de cerca de 460 km3 por ano na década de 2010. A perda dos mantos de gelo da Groenlândia e da Antártida foi de 11.000 km3 desde os anos 1970”.[14] A Figura 2 mostra a aceleração das taxas decenais de elevação do nível do mar entre janeiro de 1993 e dezembro de 2023.

Figura 2 – Evolução global do nível médio do mar entre janeiro de 1993 e dezembro de 2023 com base na altimetria de satélite. A área sombreada indica a incerteza. A tendência nesses 30 anos é de uma elevação 3,43 ±0,3 mm/ano. A aceleração é de 0,12 ±0,05 mm por ano e a curva é segmentada em três períodos, indicando três taxas crescentes de elevação média anual do nível do mar: (a) Janeiro de 1993 a Dezembro de 2002 (2,13 mm/ano); (b) Janeiro de 2003 a Dezembro de 2012 (3,33 mm / ano) e (c) Janeiro de 2014 a Dezembro de 2023 (4,77 mm / ano)
Fonte: World Meteorological Organization, State of the Global Climate 2023, Fig. 6

Mas é importante ter em conta que a elevação média anual de 4,77 mm / ano no decênio 2014-2023, obviamente já espetacular, não leva em conta a cauda final dessa curva decenal, já que se registra uma elevação de 7,6 mm em 2023, em relação a 2022.[15]

O aumento da insegurança alimentar e dos refugiados climáticos

O quinto e último ponto a ser comentado nesse riquíssimo relatório da OMM (outros serão oportunamente objeto de análise) diz respeito ao capítulo “Impactos socioeconômicos”, focado no aumento da insegurança alimentar e dos refugiados climáticos: “A segurança alimentar, os deslocamentos populacionais e os impactos nas populações vulneráveis continuam a ser uma preocupação crescente em 2023, com os perigos meteorológicos e climáticos exacerbando a situação em muitas partes do mundo. As condições meteorológicas e climáticas extremas continuaram a desencadear novos e prolongados deslocamentos em 2023 e aumentaram a vulnerabilidade de muitos que já haviam sido desenraizados por situações complexas e multicausais de conflito e violência. (…) Os eventos meteorológicos e climáticos extremos interagem e, em alguns casos, desencadeiam ou agravam situações relativas à segurança hídrica e alimentar, à mobilidade populacional e à degradação ambiental” (OMM 2023).

O relatório aborda aqui um dos efeitos mais imediatamente trágicos do aquecimento global. É importante sublinhar, desde logo, a advertência dos seus autores: os impactos mais visíveis da emergência climática, isto é, os picos de calor, furacões, secas, inundações, quebras de safras etc. estão apenas “exacerbando” a insegurança alimentar nas “populações vulneráveis”, vítimas de “situações complexas e multicausais de conflito e violência”. Por enquanto, apenas “em alguns casos”, esses impactos climáticos “desencadeiam” tais crises. O agravamento da insegurança alimentar e dos contingentes de refugiados se deve, de fato, à sinergia entre fatores climáticos, ambientais em geral, econômicos, políticos e ideológicos. Mas o clima tem se mostrado um fator cada vez mais relevante nesse contexto socioambiental. O Paquistão, que tem registrado temperaturas acima de 45 oC (54 oC em Turbat em 2017; 52 oC em Jacobabad em 2022), sofreu em 2022 inundações que submergiram cerca de um terço de sua área total, impondo deslocamentos de cerca de 50 milhões de pessoas e a perda de 18 mil km2 de suas terras agricultáveis. É difícil imaginar que as próximas crises meteorológicas e climáticas consintam a seu povo o tempo necessário para se recuperar da catástrofe de 2022. Como afirma o relatório da OMM:

“No Paquistão, as inundações das monções de 2022, que desencadearam a maior catástrofe de deslocação numa década, continuaram a ter impactos duradouros em 2023. As comunidades deslocadas ainda estavam se recuperando quando fortes chuvas atingiram alguns distritos em junho de 2023, causando doenças transmitidas pela água e por outros vetores”.

Em setembro de 2023, a tempestade Daniel inundou quase 3.000 hectares das principais terras agrícolas da parte oriental da Líbia. Além disso, essas tempestades provocaram o colapso de uma barragem, afetando o sistema de irrigação, danificando estradas e o sistema de armazenamento de cereais. Tem-se aqui um típico caso em que um evento climático exacerba uma situação criada na esfera política. Em 2011, em pleno Ramadan, a OTAN começou um bombardeio da Líbia que iria se prolongar por sete meses. A operação (intitulada “Operation Unified Protector”…) empreendeu 26 mil missões aéreas sobre a Líbia, incluindo mais de 9.600 missões de bombardeio. A destruição do país pela OTAN transgredia frontalmente uma resolução do Conselho de Segurança, a qual permitia apenas a proibição de uso do espaço aéreo do país pelas forças governamentais. Após assassinar seu ditador, Muammar al-Gaddafi, e matar e ferir um número indefinido de civis, jamais reconhecido pela OTAN (as estimativas são da ordem de milhares), o então chefe da OTAN, Anders Fogh Rasmussen proclamou numa conferência de imprensa conjunta em Trípoli com Mustafa Abdul-Jalil, apoiado pela OTAN: “Juntos, conseguimos. A Líbia está finalmente livre”. E, dirigindo-se aos presentes, concluiu: “Vocês agiram para mudar a sua história e o seu destino. Agimos para protegê-los”.[16] Desde essa invasão aérea e naval, instalou-se o caos na Líbia. Esse bombardeio é, como se sabe, o marco inicial de um estado crônico de anomia e de guerra civil. Não por acaso, como bem afirma o relatório, o país já se encontrava “em estado de crise alimentar e necessitava assistência externa em julho de 2023, antes das inundações” de setembro.

O aumento recente da insegurança alimentar se demonstra de modo particularmente cruel em seu aspecto mais extremo que é também a mais brutal e primitiva das causas de mortes e sofrimentos: o aumento da fome aguda e das mortes por inanição em escala global desde ao menos 2015, após décadas de progressos na diminuição da insegurança alimentar global. Essa sinergia é tanto mais evidente porque, como já dito, a fome resulta da conjugação de vários fatores, entre os quais se contam:

1. o aumento da desigualdade produzido pelo triunfo dos “mercados” sobre o modelo social-democrata herdado da história das conquistas sociais desde o século XIX, triunfo este que é a causa primeira e principal da pobreza extrema;

2. a escassez real de alimentos por quebras de safras decorrentes da destruição da natureza e da desestabilização do clima. Os casos do Brasil e da Argentina são exemplares, mas 2023 foi um ano de perda de produtividade agrícola em todos os continentes. E 2023 será em breve lembrado com saudades pelos agricultores;

3. a escassez artificial de alimentos, ou seja, a carestia causada pela especulação sobre os preços dos alimentos nos mercados futuros, o grau mais sórdido da patologia financeira que domina hoje a economia globalizada, pois os alimentos tornaram-se soft commodities, isto é, parte integrante do grande cassino a que se reduziu a economia global.

4. a escassez real de alimentos causada pela pandemia e pelas guerras.

É importante se deter um momento nesse último item, pois os senhores da guerra têm hoje, tal como no passado, usado a fome como uma arma nos genocídios e limpezas étnicas das populações civis. Alex de Waal, diretor da World Peace Foundation, escreveu em 2024 que as grandes fomes estão novamente crescendo, desmentindo seus prognósticos otimistas de 2016:[17]

“Eu estava errado. As grandes fomes estão de volta. Subestimei a determinação cruel de alguns senhores da guerra de empregar a morte por inanição (starvation) como uma arma. E superestimei o quanto os maiores doadores humanitários do mundo se importam com alimentar os famintos em zonas de conflito”.

“No mundo todo”, continua de Waal, “cerca de dois terços das pessoas reduzidas à fome vivem em zonas de guerra ou de violência, como o Sudão e Gaza, ou estão tentando fugir delas”. E o mundo dos ricos está cada vez mais indiferente a essa situação. Basta lembrar, sempre segundo Alex de Waal, que há cinco anos, os orçamentos de ajuda emergencial de parte dos países doadores respondiam por 60% dos apelos da ONU. Em 2023, eles caíram para 35%. Na realidade, os países ricos não são apenas indiferentes, são também, e sobretudo, os grandes responsáveis pela pobreza extrema dos países africanos, através da espoliação dos recursos desses países, de golpes de Estado, da venda de armas aos ditadores de plantão etc. No caso do genocídio em curso dos palestinos em Gaza, os EUA apenas confirmam mais uma vez sua invariável preferência pela guerra, enquanto as chamadas democracias europeias, por seu alinhamento, doravante automático, a Washington, perderam sua identidade histórica, sua prosperidade e, sobretudo, o último resquício de capital moral que ainda lhes restava.

Os dados da FAO para 2021, reportados no relatório da OMM, mostram contingentes maiores da humanidade reduzidos à situação de insegurança alimentar e de fome:[18]

  • Cerca de 2,3 bilhões de pessoas no mundo sofriam de insegurança alimentar moderada ou grave, um aumento de 350 milhões em relação a 2019.
  • Quase 924 milhões de pessoas (11,7% da população mundial) enfrentavam insegurança alimentar em níveis agudos, um aumento de 207 milhões em dois anos.
  • As mulheres, como sempre, sofrem ainda mais: 31,9% das mulheres no mundo todo sofriam de insegurança alimentar moderada ou grave, em comparação com 27,6% dos homens e essa disparidade aumentou em 2021 em relação ao ano anterior.
  • 45 milhões de crianças com menos de cinco anos sofriam de emaciação, a forma mais aguda de subnutrição, que aumenta o risco de morte das crianças em até 12 vezes. Além disso, 149 milhões de crianças com menos de cinco anos de idade apresentavam atrasos no crescimento e desenvolvimento devido a uma falta crônica de nutrientes essenciais em suas dietas.

Entre 2016 e 2023, o número de pessoas necessitadas de auxílio emergencial para não morrerem de fome aumentou de 130 para 363 milhões, um salto de 180%. E essas estimativas não incluíam ainda a fome a que o governo de Israel está reduzindo os palestinos em sua ofensiva genocida.

Cerca de 90 milhões de pessoas estão agora sofrendo fome aguda na Etiópia, Somália, Sudão, Sudão do Sul e Iêmen. Como lembra ainda Alex de Waal, “esses países, infelizmente, têm suas próprias histórias de escassez alimentar aguda, mas o mundo nunca presenciou todos esses países reduzidos à morte por inanição ao mesmo tempo”. No Brasil, a parcela de brasileiros sem recursos para se alimentar e/ou alimentar sua família aumentou de 30% em 2019 para 36% em 2021, “atingindo novo recorde da série iniciada em 2006”. Entre os 20% mais pobres, essa porcentagem saltou de 53% em 2019 para 75% em 2021, com impactos muito maiores entre a população feminina.[19] Isso não se deve, sabidamente, apenas à pandemia, mas também à regressão civilizacional trazida, sobretudo, por Temer e Bolsonaro.

É preciso, enfim, ressaltar que os países ricos estão cada vez mais indiferentes aos seus próprios famintos, pois a fome está doravante aumentando também nesses países, a começar pelo mais rico, os EUA. Segundo o United States Department of Agriculture (USDA), “em 2022, 44,2 milhões de pessoas viviam em agregados familiares vitimados por insegurança alimentar. Essas pessoas constituíam 13,5% da população civil não institucionalizada dos EUA e incluíam 30,8 milhões de adultos e 13,4 milhões de crianças”.[20] O avanço da fome nos EUA é sem precedentes em sua história recente, pois em 2021 o número de pessoas em agregados familiares vitimados por insegurança alimentar era de “apenas” 34 milhões. Houve, portanto, um aumento de mais de 30% na população com insegurança alimentar e um aumento de quase 45% na insegurança alimentar infantil, o pior resultado desde 2014.

Digamos, para concluir, que o relatório da OMM confirma mais uma vez o que ninguém mais ignora ou deveria ignorar: nos últimos dez anos, a economia globalizada tornou o planeta mais inóspito à vida. Por volta de 2030, a ultrapassagem do limite perigoso de um aquecimento médio global de 1,5 oC terá se tornado irreversível e nos próximos dois decênios, quando o aquecimento tiver atingido ou ultrapassado 2 oC, toda nossa energia e criatividade se consumirá na tarefa de apenas sobreviver. A civilização termo-fóssil que historicamente nos constituiu, e hoje ainda nos define, precisa ser superada e as duas condições primeiras para superá-la é a exigência incondicional de paz e um renascido entusiasmo pela ideia de que outro mundo é (ainda) possível.

Este texto não reflete, necessariamente, a opinião da Unicamp.

Notas

[1] Cf. World Meteorological Organization, Provisional State of the Global Climate 2023.

[2] Cf. World Meteorological Organization, State of the Global Climate 2023. WMO n. 1347

[3] Cf. Copernicus, “February 2024 was globally the warmest on record”. 5/III/2024: “The global-average temperature for the past twelve months (March 2023–February 2024) is (…) 1.56 °C above the 1850-1900 pre-industrial average. (…) The month was 1.77 °C warmer than an estimate of the February average for 1850-1900, the designated pre-industrial reference period”. 

[4] Cf. Gavin Schmidt, “Climate models can’t explain 2023’s huge heat anomaly — we could be in uncharted territory”. Nature, 19/III/2024.

[5] Cf. “Climate change impacts ‘heading into uncharted territory’, warns UN chief”. UN News, 13/IX/2022: “The harmful impacts of climate change are taking us into ‘uncharted territories of destruction’”.

[6] Cf. William Ripple et al., “The 2023 state of the climate report: Entering uncharted territory”. BioScience, 24/X/2023.

[7] Cf. Shaun A. Marcott et al.  “A Reconstruction of Regional and Global Temperature for the Past 11,300 Years”. Science, 339, 6124, 8/III/2013, pp. 1198-1201; Darrel S. Kaufman & Ellie Broadman, “Revisiting the Holocene global temperature conundrum”. Nature, 2023, 614, 13/II/2023, pp. 425-435.

[8] Cf. “It’s official: July 2023 was the warmest month ever recorded”. United Nations, 8/VIII/2023: “The global average temperature for July 2023 was the highest on record and likely for at least 120,000 years”.

[12] Cf. Jaia Syvitski et al., “Extraordinary human energy consumption and resultant geological impacts beginning around 1950 CE initiated the proposed Anthropocene Epoch”. Communications Earth & Environment, 1, 32, 2020: “Human energy expenditure in the Anthropocene, ~22 zetajoules (ZJ), exceeds that across the prior 11,700 years of the Holocene (~14.6 ZJ), largely through combustion of fossil fuels”. 

Luiz Marques. Professor aposentado e colaborador do Departamento de História do Instituto de Filosofia e Ciências Humanas (IFCH) da Unicamp. Atualmente é professor sênior da Ilum Escola de Ciência do Centro Nacional de Pesquisa em Energia e Materiais (CNPEM). Pela Editora da Unicamp, publicou Giorgio Vasari, Vida de Michelangelo (1568) , 2011, e Capitalismo e Colapso Ambiental , 2015, 3ª edição, 2018. É membro dos coletivos 660, Ecovirada e Rupturas.

Categories: D2. Socialism

Presentación del libro “El cóndor necio y el dragón al acecho”

Sat, 04/06/2024 - 08:00

Por Juan Pablo Neri
Discurso presentado en la Casa Museo Solón, 4 de abril de 2024

Agradecimientos,

Antes de iniciar la presentación, me gustaría realizar algunos apuntes de contexto, que me parecen cruciales. Creo que no puede caber duda que ya estamos en un periodo de transformación profunda del sistema mundial. Es decir, no es que esa transformación va a llegar en el futuro, como vaticinaron tan reiteradamente intelectuales como Wallerstein, Samir Amin o Giovanni Arrighi. Ya estamos en ese momento. Por lo tanto, es urgente que nos detengamos a pensar ¿En qué consiste esta transformación? Y ¿Cómo nos afecta?

La hegemonía de occidente, entendido como un bloque y una alianza de potencias, se halla en un proceso de declive. Por ejemplo, la unidad europea, que era uno de los indicadores del final de la historia fukuyamista, está cada vez más en tela de juicio. En la actualidad, no existe un liderazgo europeo, como todavía ocurría hace un par de años con la figura de Angela Merkel. Personajes como Schulz o Macron quisieran ocupar ese lugar, pero esa es una causa que parece perdida. En contrapartida, no solo hay un resurgimiento de movimientos fascistas en el viejo continente, sino que también han vuelto a soplar aires de guerra. Llamados de los gobiernos a armarse y prepararse para una economía bélica, y la idea de reponer el servicio militar obligatorio. Todos acá sabemos cuál es el resultado plausible de esa combinación de factores.

Por otra parte, durante las últimas cinco décadas, por decir lo menos, la relevancia global de Europa dependió, casi plenamente, de una relación servil y subordinada con Estados Unidos. ¡Lógicamente! La recuperación del viejo continente, después de la WWII, fue posible gracias a una planificación colosal, dirigida expresamente a devolver a Europa su posición económica privilegiada. Sin embargo, esa posición económica privilegiada y dominante de las potencias occidentales ya ha sido ampliamente puesta en cuestión. ¿Cómo? Notablemente, a partir del ascenso económico y geopolítico de nuevas potencias. Principalmente, China e India, entre otras economías emergentes.

Ahora bien, esto no quiere decir que exista un proceso de sustitución entre cuál o cuáles serán las nuevas potencias dominantes. Eso es algo que debe quedar claro. Pero, el simple de hecho de que estas nuevas potencias menoscaben, en la práctica, el predominio geopolítico de las potencias occidentales, constituye una amenaza palpable para su hegemonía. Por ejemplo, la capacidad de China de promover flujos comerciales masivos que dejan de lado a occidente; el hecho de que estas potencias lograron controlar la mayor parte de la producción industrial; y la contestación fáctica de la denominada “Pax americana”, no solo a partir la incursión militar convencional de Rusia sobre Ucrania, sino también por la creciente presencia militar de China en el sudeste asiático. Todos estos elementos son indicadores claros del proceso de transformación al que me refiero.

Desde luego, Europa y Estados Unidos cargan con la mayor parte de la responsabilidad sobre este proceso. Por un lado, fueron los gobiernos de las principales potencias de este bloque, sobre todo Estados Unidos y Reino Unido, los que decidieron arbitrariamente, sin ningún fundamento económico serio, quebrar la relación Estado-Capital, para darle rienda suelta al segundo. Esto es lo que hasta el presente conocemos como “neoliberalismo”. En consecuencia, se produjo una migración de las actividades industriales hacia paraísos de superexplotación laboral, como lo fue y lo sigue siendo China. En ese contexto, China había decidido ingresar en la economía capitalista, pero lo hizo con la formula opuesta. Con un sistema en el que Estado y Capital tienen una relación rígida y planificada.

Por el otro lado, aunque este es un tema sobre el que no voy a ahondar ahora, las potencias occidentales decidieron abandonar por completo su legado histórico de valores y principios liberales, ilustrados y universales. Es posible argumentar que lo hicieron para promover intereses privados y para fortalecer su posición geopolítica. Pero esta es otra crisis, más de orden civilizatorio, que es fundamental examinar. La manifestación más brutal y abyecta de este abandono, es el infame genocidio que impulsa el Estado de Israel en territorio palestino en el presente, con el apoyo y el auspicio incondicionales de Occidente. Esta incursión es también un síntoma claro del declive de la hegemonía occidental. Esta preocupación fue expresada por el propio presidente de Estados Unidos y otros altos funcionarios europeos.

Nuevamente, con todos estos apuntes no es mi intención indicar que el poderío de estas potencias esté llegando a su fin. Simplemente, que existen elementos en la arena internacional, que lo están poniendo en cuestión. Por lo demás, el poderío norteamericano continúa siendo incontestable, tanto en términos militares, como económicos. Sin embargo, el hecho que estos cambios estén ocurriendo, en particular, el ascenso de nuevas superpotencias, como dijo Kissinger, constituye en sí mismo una amenaza para esta potencia y sus aliados. Y, como sucede con toda potencia imperial que ve su existencia amenazada, la respuesta solo puede ser una afirmación violenta de poder.

En este sentido, se pueden señalar algunas dinámicas que pueden resultar problemáticas en los siguientes años. 1.- las potencias occidentales, a la cabeza de Estados Unidos han iniciado una serie de políticas de reforma económica que son abiertamente anti-globalistas. Así es, los grandes paladines de la globalización, ahora intentan contenerla. 2.- las amenazas militaristas y bélicas que profieren las potencias europeas, para evitar la victoria de Rusia sobre Ucrania. En este caso, la oposición a Rusia es, para mí, el camino correcto, pero una escalada de este conflicto a nivel continental sería catastrófica. 3.- una vez más, el apoyo al genocidio en territorio palestino es un tema que pone en juego el destino de la humanidad moderna.

Estos son algunos temas del contexto que nos toca vivir, que me parece que son cruciales para cualquier análisis geopolítico y de relaciones internacionales. Nos toca atravesar un proceso que va a estar plagado de contradicciones. Si bien en el libro señalo que estamos ingresando en un mundo multipolar, eso es algo que puede tomar más tiempo y que, con seguridad, intentará ser contenido por las potencias occidentales.

Después de esa brevísima introducción, voy a realizar algunos apuntes sobre temas que son discutidos en este libro. Seguramente, a muchos les ha llamado la atención el título. ¿Por qué el cóndor necio y el dragón al acecho? En primera instancia, en lo que respecta al dragón, no me refiero a una amenaza de China. Ese juicio de valor se lo dejo a los think-tanks reaccionarios norteamericanos. Me refiero a un dragón sigiloso y paciente. Estar al acecho implica observar de manera cautelosa. Eso es lo que ha hecho China, durante las últimas décadas.

Desde luego, si eres un pescador filipino, o un patrullero fronterizo en Kashmir, la política exterior china no la experimentas como “al acecho”, sino como una amenaza frontal. Pero a nivel global o macro, la cimentación que lleva a cabo China de su posición geopolítica ha sido sobre todo paciente. Por ejemplo, otorgan créditos pacientes; no les interesa especular inmediatamente con los activos de otros países; tampoco consiguieron su posición económica ventajosa a partir de intervenir, colonizar y saquear, como lo han hecho las potencias occidentales, desde el siglo XVI, hasta ahora. Y, como aprendí de la tesis te Alejandro Zárate, el relato histórico que esta potencia promueve sobre su desarrollo es de muy larga data. Se remonta a 5000 años atrás, cuando inicia su historia imperial. Por lo tanto, también se proyecta en el largo plazo.

Dicho esto, salvo por la política cada vez más agresiva de China sobre su área de influencia directa, que es bastante lógica considerando que se trata de una potencia en ascenso; no existen indicadores concluyentes como para afirmar que esta potencia impulsa, en el presente, un proyecto de hegemonía global y de sustitución de las potencias occidentales. Sencillamente, se trata de una potencia que intenta afirmar una posición favorable y enfocada en fortalecer sus propias capacidades. Un objetivo pragmático y auto-centrado. En este sentido, la narrativa promovida desde occidente, sobre el peligro del ascenso de China, más que señalar una amenaza, son una cantaleta de potencias -sobre todo las europeas- que son cada vez más irrelevantes.

Ahora bien, esto no quiere decir que estamos ante una potencia benevolente. Lo que intento señalar es que ese enfoque pragmático y auto-centrado es también la manera en cómo China se relaciona con los demás países y regiones del mundo. Es decir, con el principal objetivo de seguir fortaleciendo sus capacidades y su desarrollo interno. Por el otro lado, ¿Qué sucede en el caso del cóndor, o sea, Bolivia?

Las dos críticas centrales que elaboro en el libro tienen que ver con 1.- el modelo de desarrollo boliviano y 2.- el enfoque de nuestra política exterior. Entre ambos temas, el primero es el que me parece más importante. Este es un tema sobre el que he insistido bastante, en discusiones, columnas y, desde luego, acá. Bolivia tiene la característica perniciosa de ser una economía de exportación y dependiente. ¿Qué quiere decir esto? Por un lado, que los sectores más importantes de la economía, en términos de generación de riqueza nacional, han sido y continúan siendo la extracción, producción y comercialización de bienes primarios. Por otra parte, esto significa que la mayor parte de los bienes de consumo acabados (autos, electrodomésticos, ropa, etc.) son importados. Ya sea por canales formales o informales.

Adicionalmente, estos grandes sectores vinculados con los bienes primarios, no son productivos, en el sentido de que, 1.- implican un proceso reducido de industrialización y 2.- en consecuencia, tienen una capacidad muy reducida de generar empleo formal. La mayor parte del empleo formal en Bolivia tiene que ver con el sector de comercio y servicios. Pero, lo mismo sucede en el caso del empleo informal que, incidentalmente, es el que mayor fuerza de trabajo moviliza, a través de arreglos laborales precarios o el extenso “cuentapropismo”. Es más, se puede realizar la inferencia lógica de que la mayoría de los medios de subsistencia de los bolivianos se desarrollan en la economía informal, precisamente porque somos una economía de exportación y dependiente.

Esto, a su vez, acarrea otras consecuencias. 1ro. La capacidad de recaudación del Estado es bastante reducida y, como el resto de la economía, depende del dinamismo de los mercados de los bienes primarios. 2do. Por esta razón, la capacidad redistributiva y de ejecución de políticas públicas de diversa índole, del Estado, también es bastante reducida. Eso explica que también exista una significativa dependencia en los fondos de cooperación internacional, la cooperación técnica y el trabajo de las ONG, por ejemplo, para cubrir los múltiples vacíos que deja el Estado. 3ro. Al ser una economía de exportación, otra característica perniciosa es la tendencia a la fuga de divisas. Ya sea porque los sectores que exportan de manera privada, como es el caso del agronegocio, deciden retener las divisas en el extranjero, en forma de ahorro individual, o convertirse en burguesías comerciales e importar bienes acabados. O, en el caso de los sectores públicos, como las exportaciones de hidrocarburos, todo el dinero generado es consumido rápidamente en: importaciones (notablemente, el subsidio a los carburantes); el gasto público y el pago de las obligaciones financieras que tiene el país. Incidentalmente, la 4ta consecuencia es el incremento sostenido de la deuda externa.

(De hecho, en lo que respecta al tema de las divisas, su principal destino es, o la especulación en mercados financieros externos, sobre todo en Estados Unidos; o la importación de bienes de consumo. En general, en cualquier lugar del mundo, a no ser que la economía este dolarizada, además de lo señalado, no tiene mucho sentido tener divisas extranjeras guardadas. A no ser, como sucede ahora en Bolivia, para esperar pacientemente el colapso, con la esperanza tonta de que vas a poder hacer algo con tus dólares después).

Ahora bien, esto no tiene que ver con el “socialismo” o el “comunismo totalitario del MAS”, como suelen vociferar algunos políticos y “líderes de opinión”. Todo lo que he descrito es una característica bastante duradera de la economía boliviana, que fue reforzada y consolidada durante el periodo de las políticas de austeridad del neoliberalismo. Así es. Cuando Bolivia negociaba la condonación de su deuda externa, por la crisis de deuda que estalló en los años 80, el FMI nos dijo, expresamente: “Está bien, les condonamos la deuda. Pero ustedes aplican una serie de políticas de austeridad, de privatización y, además de eso, se especializan en la producción y exportación de hidrocarburos”. Esta información se encuentra en los documentos de negociación de la deuda externa, que están publicados en la página del Banco Central.

Por lo tanto, considerando toda esta información ¿Cuáles fueron las grandes contradicciones del masismo durante los últimos 20 años? Por un lado, pretender impulsar un Estado benefactor, con amplias políticas sociales y de gasto público, sostenidas en el mismo modelo de economía de exportación especializada que nos fue prescrito por los organismos financieros multilaterales, como parte de las recetas de choque del neoliberalismo. Y, por el otro, seguir apostando por la economía de extracción y de exportación de bienes primarios, como fuente principal de recursos para el Estado. Incluso, a pesar de las promesas de industrialización y de sustitución de importaciones.

Entonces, si me han seguido hasta este punto, ¿Cuáles fueron los resultados? A.- Continuó la fuga de divisas, es decir la generación de mucho excedente sin acumulación de capital. Tanto en el sector privado, como público. B.- Consecuentemente, se incrementó la deuda externa, para sostener un gasto público que no tiene un correlato en la riqueza nacional. Insisto, no somos un país que crea riqueza, solo generamos excedente. Son dos cosas distintas. C.- Y, por lo tanto, llegamos al momento actual, estamos nuevamente en las puertas de un escenario de crisis de déficit fiscal y crisis de deuda externa. Ya nos vimos en esa situación en el pasado y, es simplemente lógico concluir que, mientras sigamos con el mismo de modelo de economía de exportación y dependiente, vamos a volver a la misma situación en el futuro.

A todo esto, se suma la segunda gran contradicción o necedad del cóndor, que es el enfoque de su política exterior. O lo que hemos denominado campismo, tomando el concepto de otros análisis. Con “campismo” nos referimos a una valoración excesivamente geopolítica de las relaciones internacionales. No me voy a extender sobre este tema, para no aburrirlos más. Pero otra contradicción de la política exterior boliviana ha sido la tendencia recurrente a la ponderación de ciertas relaciones bilaterales y a la alineación con ciertas narrativas y agendas internacionales.

Para que me entiendan, es de una ironía gigantesca leer análisis de personajes nefastos como Sánchez Berzaín y otros analistas reaccionarios, señalar “el servilismo” de Bolivia por decidir relacionarse con países como Irán, China o Rusia; solo para argumentar que deberíamos volver al redil de las potencias occidentales. Yo pienso deberíamos estar abiertos a relacionarnos con todos. Desde luego, con un alto grado de pragmatismo. Es decir, priorizando nuestros intereses y capacidades. Pero, por supuesto, sin descuidar los principios internacionalistas que se hallan en nuestra Constitución. Es decir, construir una política exterior seria, libre de recelos y vilezas.

De esa manera podremos evitar los vicios del campismo, tanto el que se dice de “izquierda”, como del campismo reaccionario. Bueno, éstas son algunas de las necedades del cóndor, a las que me refiero en el libro. Espero que, con estas provocaciones, los convoque a leer el libro, para seguir discutiendo estos temas y afinando la investigación.

¡Muchas gracias!

Categories: D2. Socialism

Los cipayos neoliberales defienden el arbitraje

Fri, 04/05/2024 - 14:21

Por Alberto Acosta, Ecuador

“¿Está usted de acuerdo que el Estado ecuatoriano promueva la inversión extranjera y reconozca el arbitraje internacional como método para solucionar controversias en materia de inversión, contractuales o comerciales, de manera que se ofrezca a los inversores extranjeros un entorno apropiado de seguridad jurídica que genere mayores oportunidades de empleo y afiancen la dolarización?” -Pregunta (4) del referéndum del 21 de abril del 2024

El discurso de esta pregunta sintetiza una visión ampliamente difundida. La inversión extranjera sería fundamental para el desarrollo, así como para la generación de empleo. Sus defensores, los que defienden el Mundo de los Dueños, la repiten hasta el cansancio. Y como sucede con cualquier medida de política económica, tal como aconteció con el alza del IVA, la inversión extranjera asoma también como una suerte de artilugio todoterreno que apuntala la dolarización, devenida en el objetivo supremo de la economía ecuatoriana.

Por lo tanto, para que lleguen esas tan ansiadas inversiones extranjeras es preciso crear todas las condiciones apropiadas para que eso acontezca. Entonces, nada mejor que ofrecerles la posibilidad de acceder a instancias internacionales de arbitraje para que no estén forzadas a litigar únicamente en los tribunales ecuatorianos. De eso se trata el retorno a los tratados bilaterales de inversión, que plantea el presidente Daniel Noboa, quien, en su reciente participación en el conclave minero más grande del mundo, en Toronto, Canadá, dijo que con el referéndum quiere reformar la Constitución para permitir la aprobación de este mecanismo de protección de las inversiones extranjeras.

Para poder comprender los alcances de esta pretensión gubernamental, nada mejor que ir por partes.

Tratados bilaterales de inversión, una explicación

Con este tipo de tratados, partiendo de la premisa expuesta en el primer párrafo de este texto y en la misma pregunta del referéndum, se quiere atraer inversión extranjera. Para eso hay que ofrecerles un marco de seguridad jurídica súper fuerte, apropiado dicen. Es decir, que en caso de disputas que puedan surgir entre el inversionista extranjero y el Estado, cuando no se las pueda resolver en el marco de la justicia nacional, se abre la puerta de dilucidarlas a nivel internacional, en alguna corte de arbitraje.

Estos tratados bilaterales de inversión parten de una definición extremadamente amplia del concepto de inversión enmarcada claramente en relaciones contractuales con múltiples posibilidades. Tengamos presente, además, que la legislación de inversión está incorporada en la legislación de comercio; este es un punto medular para entender como las inversiones están íntimamente imbricadas con los temas de comercio: los tratados de inversión normalmente forman parte de los “tratados de libre comercio” o TLCs, los que, bien sabemos, no son libres ni solo de comercio.

Con estos tratados bilaterales de inversión se asegura un tratamiento preferencial para las inversiones extranjeras. Se establece la prohibición de requisitos de desempeño a dichos inversionistas; la prohibición de la nacionalización o expropiación directa o indirecta; la prohibición de toda restricción al movimiento y repatriación de capitales; entre otros muchos beneficios. Y, por cierto, se blindan sus ganancias ante cualquier efecto negativo que pueda provocar un cambio en la normativa nacional, como podría ser alguna nueva medida laboral o ambiental o tributaria.

Todo lo anterior deriva en el establecimiento de mecanismos de solución de disputas entre inversionistas extranjeros y el Estado, en el marco de esquemas de arbitraje internacionales que terminan por socavar la soberanía de los Estados. Estos tratados son ampliamente conocidos como “la industria del arbitraje”, tanto por sus resultados, normalmente favorables a los inversionistas extranjeros, como por sus integrantes, con demasiada frecuencia al servicio de los intereses transnacionales.

Estos tratados ampliaran las posibilidades de negocios protegidos para el capital extranjero en el país. Tengamos presente las opciones que se abren con los incrementados beneficios establecidos en la Ley de Eficiencia Económica y de Generación de Empleo, aprobada en el parlamento a fines del 2023, en el marco de las “zonas francas” y “alianzas público-privadas”. Consideremos también las privatizaciones anunciadas por el gobierno, en las que participarán inversionistas extranjeros, que contarán con este tipo de sobre protección; tan aplaudida por el Fondo Monetario Internacional – FMI. Con estos tratados se asegurarán inclusive las ventajas adicionales que tienen ya muchas empresas extranjeras, por ejemplo, extractivistas, como las mineras, que cuentan con una serie de beneficios tributarios en tanto se les exoneró del pago del impuesto a la renta hasta no haber recuperado la totalidad de su inversión o los subsidios que obtienen vía reducidas tarifas de electricidad.

Todas estas ventajas y otras muchas se cobijan con el paraguas protector de los tratados bilaterales de inversión.

Origen de esta “industria del arbitraje”

Los Tratados Bilaterales de Inversión surgieron de un intento fallido por establecer una suerte de constitución económica global que proteja los derechos de los inversionistas internacionales; es decir que asegure la hegemonía plena del capital transnacional. Este Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) -en inglés Multilateral Agreement on Investment (MAI)- se discutió -a espaldas de la mayoría de estados del planeta- en la segunda mitad de los años noventa del siglo pasado. No fue nunca visto como una herramienta para el desarrollo de los países del Sur global o algo por el estilo.

En esa época, en pleno auge neoliberal, dichas inversiones, en el marco de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), se pretendió hacer realidad este marco jurídico supranacional con alcance global. Con este Acuerdo Multilateral se pretendía establecer límites a los derechos laborales, a las políticas sociales, a la pluralidad cultural planetaria, a la relación con la Naturaleza y, por cierto, a los ámbitos del ejercicio de la democracia.

Huelga decir que no pudo ser aprobado por la resistencia de amplios segmentos sociales en varios países de la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que entendieron con claridad los riesgos que esto implicaba.

A partir de esta realidad se empezó a buscar otros mecanismos de protección supranacional para los inversionistas extranjeros por vías bilaterales; recordemos que los mecanismos instalados anteriormente, que recurrían incluso al uso de la fuerza para cobrar la deuda externa, por ejemplo, estaban proscritos por la creciente vigencia de la Doctrina Calvo.[1] De aquí saldría el principio de la no intervención y, poco después, el principio moderno de la Igualdad Jurídica de los Estados; igualdad que, como vemos casi a diario, no se compadece con la realidad, menos aún cuando a los Estados se les pone al mismo nivel que las empresas extranjeras en tribunales internacionales.

El escaso atractivo real de los tratados bilaterales de inversión

La experiencia de Ecuador con estos tratados es larga, compleja y muy onerosa. La lista de demandas planteadas y de sentencias que afectan los intereses nacionales demuestra la realidad de esta relación. Basta revisar el informe final de la Comisión para la Auditoría Integral Ciudadana de los Tratados de Protección Recíproca de Inversiones y del Sistema de Arbitraje Internacional en Materia de Inversiones (CAITISA) [2], creada en el año 2013 y que concluyó sus funciones en el 2017.

Profundicemos en esta cuestión. La misma CAITISA y otros tantos estudios en diversas partes del planeta, han concluido que estos tratados firmados por Ecuador no fueron determinantes en la atracción de la inversión extranjera directa. Los inversionistas van a países en donde puedan hacer negocios y, además, que cuenten con un marco institucional estable. En suma, la entrega agresiva de este tipo de privilegios o la desregulación de normas nacionales no es una suerte de imán para atraer inversiones.

Recordemos, a la fecha de dicho informe, el Ecuador tenía más tratados que muchos países de la región, y sin embargo recibía solo 0,79% de dicha inversión que llegaba del mundo a América Latina y el Caribe. El principal flujo de inversiones extranjeras directas hacia Ecuador provenía de Brasil, México y Panamá, países con los que Ecuador no tenía un tratado bilateral de inversiones.

Con seguridad, la existencia de dichos tratados no fue ni el detonante menos aún el argumento fundamental para realizar esas actividades de tipo comercial en el Ecuador. Y como si lo anterior no es un argumento suficiente, téngase presente que -comparando dos países de la región de tamaño relativamente similar- Brasil, sin tratados bilaterales de inversión, superaba en inversiones extranjeras a México, uno de los países con más tratados de inversión.

El oneroso y complejo impacto de estos tratados bilaterales de inversión

Tengamos presente que el Ecuador ya acumula un monto de pagos forzados a través de dichos arbitrajes, sobre en el Centro Internacional de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), por unos 3 mil millones de dólares, con perspectivas de que este monto se incremente de forma exponencial. El Ecuador está entre los veinte países del mundo que ha recibido más laudos o fallos arbitrales derivados de estos tratados de inversión.

Todo es por nuestra culpa porque no respetamos los contratos”, dirán los cipayos neoliberales, defensores de estos tratados de inversión. No les importa, para nada, que las empresas atropellen los mismos contratos, los que en muchos casos no se apegan a las normas constitucionales y legales ecuatorianas.

Cabría simplemente traer a colación los arbitrajes en el mundo petrolero y minero, como son los de Chevron-Texaco, Oxy-Occidental, Perenco-Burlington, Murphy, Cooper Mesa, CODELCO; a más de otros en campos como el de la electricidad, telecomunicación, industria, etc.

También se puede recordar el chantaje de las transnacionales mineras, las que, a pesar de realizar actividades que afectan la Constitución y las leyes, es decir la esencia de la seguridad jurídica, amenazan con demandar usando este mecanismo si se permite el cumplimiento de un derecho constitucional: las consultas populares, establecido en el artículo 104 de la Constitución. Es más, estos tratados bilaterales de inversión, que abren la puerta a los arbitrajes internacionales, desarman muchos elementos de la Constitución, como podrían ser, por ejemplo, las posibilidades de llevar adelante consultas populares como las del Yasuni o del Chocó-Andino, si están en juego los intereses de empresas extractivistas extranjeras.

En este punto cabría señalar que -como se ha visto a la saciedad en los casos de arbitraje en los que ha estado envuelto el Estado ecuatoriano y otros Estados- los árbitros son muchas veces abogados con estrechos vínculos con las empresas transnacionales; eso explica también porque se piede con tanta frecuencia este tipo de arbitrajes. En otras ocasiones la responsabilidad radica en el Estado, que, a pesar de gastar enormes candidades de dinero en su defensa, no ha tenido la firmeza y claridad para llevar adelante estos procesos.

En varios casos se ha registrado una serie muy compleja y hasta oscura de relaciones entre diversos factores que terminan por afectar el interés nacional. Basta ver lo que sucedió en las enredadas relaciones entre Petrobras, Odebrecht y Oxy-Occidental[3] o las peripecias que caracterizan las relaciones con la Chevron-Texaco[4]. Estos casos emblemáticos develan la lógica perversa con la que funciona el capital transnacional en contra de la soberanía de los estados-nación, incluso en contubernio con los gobiernos.

Sin pretender agotar esta cuestión, simplemente recordemos que los “beneficios” de estos arbitrajes -una instancia de protección jurídica supranacional adicional- no son para los inversionistas nacionales, lo que ya demuestra graves afectaciones en términos constitucionales, como veremos más adelante.

Los tratados de inversión desaparecen en Montecristi

En la Asamblea Constituyente de Montecristi se fijó como el objetivo fundamental construir una sociedad democrática a partir de la vigencia plena de los Derechos Humanos y los Derechos de la Naturaleza. Esta decisión planteaba como un punto clave la posibilidad de que como sociedad podamos definir autónomamente nuestro futuro, sin permitir mecanismos o estructuras que puedan afectar la soberanía nacional. Es más, había claridad sobre las amenazas que representan los Tratados de Libre Comercio y los Tratados Bilaterales de Inversión, hermanos siameses del intento para imponer normas transnacionales que cristalicen el sistema del capital globalizado.

En concreto, con el fin de erradicar tratamientos de privilegio a los inversionistas extranjeros, en Montecristi se prohibieron los tratados bilaterales de inversión. Con esta disposición se estableció un marco para que no se protejan los derechos de las inversiones extranjeras afectando los derechos de los seres humanos y del ambiente, poniendo en riesgo inclusive políticas sociales y de otra índole, impidiendo inclusive situaciones que privilegien a dichos inversionistas en perjuicio de los empresarios nacionales. Esta normativa quedó claramente establecida en el capítulo segundo Tratados e instrumentos internacionales, del Título VII Relaciones internacionales, en el artículo 422:

No se podrá celebrar tratados o instrumentos internacionales en los que el Estado ecuatoriano ceda jurisdicción soberana a instancias de arbitraje internacional, en controversias contractuales o de índole comercial, entre el Estado y personas naturales o jurídicas privadas.

Se exceptúan los tratados e instrumentos internacionales que establezcan la solución de controversias entre Estados y ciudadanos en Latinoamérica por instancias arbitrales regionales o por órganos jurisdiccionales de designación de los países signatarios. No podrán intervenir jueces de los Estados que como tales o sus nacionales sean parte de la controversia.

En el caso de controversias relacionadas con la deuda externa, el Estado ecuatoriano promoverá soluciones arbitrales en función del origen de la deuda y con sujeción a los principios de transparencia, equidad y justicia internacional.”

El Ecuador llegó a suscribir una treintena de tratados bilaterales de inversión. Si bien, el año 2009, el país se retiró del sistema de Solución de Controversias Inversionista – Estado (ISDS, por sus siglas en inglés), que incluye al CIADI, no todos los tratados fueron denunciados, como dispone la Constitución. Faltó voluntad política para cumplir con lo que ordenó el pueblo al aprobar la carta magna.

No solo eso, incluso, en el año 2018, hubo un audaz intento de reinterpretación de la Constitución por parte de un grupo minoritario de asambleístas, que intentaba echar abajo la prohibición de los tratados bilaterales de inversión; pretensión que fue rechazada por la Corte Constitucional el año 2022. Y, por cierto, no podemos olvidar, que se retornó a los mecanismos de Solución de Controversias Inversionista – Estado en el año 2021, sin que haya aprobación legislativa, porque así lo determinó la Corte Constitucional.

No más privilegios para los inversionistas extranjeros

Decir que con estos tratados se asegura un mejor ambiente de negocios y de condiciones de inversión, es decir un mejor ambiente comercial, es incompleto. Hacen falta muchos más factores, puesto que, entre otras cosas, se deben crear las condiciones para un desenvolvimiento dinámico de la economía nacional en los términos establecidos en la Constitución, la que, en su artículo 283, dispone la construcción de un sistema económico social y solidario.[5]

Este es el punto de partida para crear las mejores condiciones para la actividad económica en Ecuador. Con esta disposición constitucional -artículo 422- no se pretende simplemente recuperar espacios de soberanía económica y por cierto jurídica. Lo que se busca es un sistema que asegure una verdadera equidad para inversionistas extranjeros y nacionales. Es más, en la Constitución en el artículo 339[6], se establece con claridad que se otorgará “prioridad a la inversión nacional” y que “la inversión extranjera directa será complementaria a la nacional”.

Pongamos también sobre la mesa lo que dispone el artículo 9 de la Constitución, que determina que las personas extranjeras tendrán los mismos derechos y deberes que las ecuatorianas, no privilegios, pues, quienes provengan del exterior, siempre estarán sujetas a “un estricto respeto del marco jurídico y de las regulaciones nacionales”: como determina el mismo artículo 339.

Recordemos también que la Constitución de Montecristi establece dos salvedades para los arbitrajes internacionales. Una posibilidad, cuando se trata de sistemas constituidos a nivel regional, lo que está en línea con el mandato constitucional de construir una soberanía regional; punto en el que se registran pocos avances. La otra opción, hasta ahora no concretada, pero si discutida en foros internacionales, incluso en Naciones Unidas, es un tribunal internacional de arbitraje de deuda soberana.[7]

Un punto adicional a ser considerado, en el artículo 416 numeral 12 de la Constitución, en línea con la no sesión de soberanía nacional y si con la construcción de una soberanía compartida, se plantea la creación de mecanismos de control internacional a las corporaciones multinacionales y el establecimiento de un sistema financiero internacional, justo, transparente y equitativo.[8] De lo que se sabe, nada de esto ha sido impulsado por los gobiernos desde que el pueblo ecuatoriano en las urnas aprobó la Constitución en el año 2008.

En este punto, es preciso alertar el riesgo de confundir estos esquemas de arbitraje internacional con la posibilidad del arbitraje nacional, establecido en el artículo 190 de la Constitución, en la sección dedicada a los medios alternativos para la solución de conflictos. Son temas completamente diferentes.

En síntesis, con estos tratados bilaterales de inversión se establecería, atropellando la Constitución en varios y fundamentales puntos, una posición privilegiada a las inversiones extranjeras, que, como vimos anteriormente, tendrían una suerte de blindaje múltiple. De esta manera la inversión extranjera se encontraría en una situación en la que no estaría obligada a respetar de manera estricta el marco jurídico nacional, empezando por nuestra Carta Magna. En este contexto de irrespeto institucionalizado, puede hasta haber aflorar la viveza criolla: ecuatorianos que tienen capitales en el exterior tratarían de retornarlos camuflados como inversiones extranjeras.

Seguridad jurídica integral, no privilegios para el capital internacional

Cerrar la puerta a los arbitrajes mencionados no implica negar el potencial aporte que pueden brindar las inversiones extranjeras; aporte que, en cualquier caso, amerita un análisis detenido. No toda inversión extranjera contribuye a abrir nuevos mercados externos. Su potencial para generar empleo puede ser mínimo, pues en muchas ocasiones utilizan tecnologías ahorradoras de mano de obra, si pensamos en especial en el sector de la manufactura. En otros, cuando se trata de grandes cadenas de comercialización, por ejemplo, pueden afectar a los pequeños y medianos negocios que sumados generan normalmente más puestos de trabajo. En ocasiones estas empresas no transfieren la tecnología que dominan y con frecuencia utilizan tecnologías de vieja generación. Inclusive su aporte de capital puede ser limitado, no solo porque el monto de las utilidades remesadas supera los recursos invertidos -algo normal tratándose actividades inspiradas en el lucro-, sino que, no faltan ejemplos, de cómo estos inversionistas se aprovechan de créditos locales para realizar sus inversiones.

En este punto debe quedar absolutamente claro que, en lugar de privilegiar a los inversionistas extranjeros con estas normas supranacionales de justicia, lo de fondo es construir un sistema de justicia equitativo para todos los inversionistas, nacionales y extranjeros. Eso demanda una profunda reestructuración de la justicia. A estas alturas nadie duda que requerimos una justicia independiente y autónoma. Nadie debería poder “meterle la mano a la justicia”.

Es más, la seguridad jurídica debe ser para todos. En el artículo 82 de la Constitución establece con claridad el “derecho a la seguridad jurídica”, sin excepciones o privilegios. Dicho esto, insistamos, no puede haber “un entorno de seguridad jurídica apropiado” solo para los inversionistas extranjeros, como plantea la pregunta del referéndum.

La seguridad jurídica debe ser apropiada para los individuos, las comunidades y las organizaciones sociales, el gobierno central y los gobiernos descentralizados, por cierto, también para la Naturaleza, no sólo para el capital privado. Esta seguridad jurídica demanda integralidad, a partir de la premisa de que en este país el eje es el ser humano viviendo en armonía con la Naturaleza, lógica que debe normar los acuerdos y convenios internacionales.

De la mano de la Constitución se puede plantear una vigorosa estrategia económica para impulsar el Buen Vivir. Por falta de espacio, recordemos apenas el tema de las soberanías en plural: soberanía económica, soberanía alimentaria, soberanía energética; el mandato para lograr el desarrollo, fortaleciendo y dinamizando los mercados internos, así como la producción nacional, en línea con una inserción estratégica en la economía mundial; la prohibición de las prácticas monopólicas y oligopólicas. Esto demanda que se garantice la vigencia plena de los Derechos Humanos y los Derechos de la Naturaleza.

Ahora, tratar de acomodar la Constitución a los nuevos vientos aperturistas y flexibilizadores -que chocan con la esencia de la misma Constitución- sería no solo una violación de la carta magna, sino una muy mala señal, incluso en el exterior, al irrespetar las instituciones existentes (que tampoco fueron respetadas en su totalidad en los años inmediatamente posteriores a su aprobación, cabe recordar). La Constitución no puede ser una suerte de plastilina manipulable de conformidad con las apetencias de los grupos de poder. Y “la guerra” al crimen organizado no puede ser un pretexto para seguir profundizando la neoliberalización de la economía.

En síntesis, la sobre protección al capital foráneo es otra de las manifestaciones de sumisión, tan pro­pia de las oligarquías, pre­sas de la “co­lo­nia­li­dad del po­der”, puesto que, en este caso concreto creen ingenuamente que “la solución es el capital extranjero”. Eso explica porque es­tos defensores del Mundo de los Due­ños están siempre prestos a priorizar lo “made in cualquier parte” que no sea lo propio, incluso por su desconfianza en sus propias capacidades.

Así las cosas, es evidente que los tratados bilaterales de inversión son herramientas estratégicas y de protección para los intereses del capital extranjero, que cuenta con el respaldo de sus fieles servidores criollos en el gobierno y fuera de él. No son de ninguna manera instrumentos para el bien común, por más que se diga solemnemente lo contrario.-

Sobre el término cipayo: Se denomina cipayos a las personas que sirven a los intereses extranjeros en detrimento de los de su país. El nombre se extendió a raíz de la práctica del ejército inglés en la India que contaba en sus filas con soldados indios al servicio del Imperio británico, a quienes se les conocía como cipayos.

Notas:

[1] Venezuela en 1903 sufrió el bombardeo de sus puertos por parte de una flota anglo-germano-italiana -con la complicidad de los Estados Unidos-, cuando ese país que no pudo pagar su deuda. Situaciones similares se vivieron en la República Dominicana, Haití, México, Nicaragua, Argentina entre otros países. Recordemos la respuesta de Argentina a inicios del siglo XX, como consecuencia de la agresión a Venezuela: el ministro de Relaciones Exteriores Luis Drago envió una nota de rechazo al uso de la fuerza -agresión militar u ocupación de territorios- para lograr el pago de las deudas por parte de los Estados, por ser atentatoria contra el derecho Internacional. Este planteamiento, que se conoce como la doctrina Drago, fortaleció la doctrina Calvo, formulada décadas antes por otro argentino Carlos Calvo, quien, como representante del Paraguay en París, protestó por la injerencia británica en los asuntos internos de ese país.

[3] Recomendamos leer este texto del autor, escrito con John Cajas-Guijarro (2019); “Petrobras, Odebrecht, OXY: Recordando un billar a tres bandas… en contra del país”. Disponible en https://www.planv.com.ec/historias/sociedad/petrobras-odebrecht-oxy-recordando-un-billar-tres-bandas-contra-del-pais

[4] Se puede leer el artículo preparado por el autor de estas líneas con John Cajas-Guijaro (2020); “La mano sucia del capital: estragos del Chernóbil ecuatoriano”. Disponible en https://www.planv.com.ec/historias/sociedad/la-mano-sucia-del-capital-estragos-del-chernobil-ecuatoriano

[5] Artículo 283: El sistema económico es social y solidario; reconoce al ser humano como sujeto y fin; propende a una relación dinámica y equilibrada entre sociedad, Estado y mercado, en armonía con la naturaleza; y tiene por objetivo garantizar la producción y reproducción de las condiciones materiales e inmateriales que posibiliten el buen vivir. El sistema económico se integrará por las formas de organización económica pública, privada, mixta, popular y solidaria, y las demás que la Constitución determine. La economía popular y solidaria se regulará de acuerdo con la ley e incluirá a los sectores cooperativistas, asociativos y comunitarios.”

[6] Artículo 339: “El Estado promoverá las inversiones nacionales y extranjeras, y establecerá regulaciones específicas de acuerdo a sus tipos, otorgando prioridad a la inversión nacional. Las inversiones se orientarán con criterios de diversificación productiva, innovación tecnológica, y generación de equilibrios regionales y sectoriales. La inversión extranjera directa será complementaria a la nacional, estará sujeta a un estricto respeto del marco jurídico y de las regulaciones nacionales, a la aplicación de los derechos y se orientará según las necesidades y prioridades definidas en el Plan Nacional de Desarrollo, así como en los diversos planes de desarrollo de los gobiernos autónomos descentralizados. La inversión pública se dirigirá a cumplir los objetivos del régimen de desarrollo que la Constitución consagra, y se enmarcará en los planes de desarrollo nacional y locales, y en los correspondientes planes de inversión.”

[7] Tribunal que debe partir con un ejercicio de auditoria ciudadana independiente, que establezca las posibles ilegalidades e ilegitimidades de las deudas externas contratadas, liberándolos de las ataduras impuestas en los contratos de dichas deudas que parten por la sesión de soberanía a la justicia de los países acreedores.  Posteriormente en los acuerdos a los que se llegue después de dichas auditorias, se debe considerar la real capacidad económica para cumplirlos, en ningún caso se pueden afectar las inversiones sociales; todo en el marco de una -todavía inexistente- institucionalidad financiera internacional que asegure la justicia y la transparencia, teniendo los Derechos Humanos y también los Derechos de la Naturaleza como su fundamento. Se recomienda la propuesta para conformar un tribunal Internacional de Arbitraje de las Deudas Soberanas de Óscar Ugarteche y Alberto Acosta,, presentada desde inicios del siglo XXI: Ugarteche, Oscar; Acosta, Alberto (2003); “A favor de un tribunal internacional de arbitraje de deuda soberana (TIADS)”, Caracas, revista Nueva Sociedad N° 183; o, “Global Economy Issues and the International Board of Arbitration for Sovereign Debt (IBASD)”, El Norte, Finnish Journal of Latin American Studies, núm. 2 (diciembre), 2007. Los elementos fuerza de esta iniciativa ya han sido debatidos y aprobados en el seno de las Naciones Unidas, aunque con el esperado rechazo de las grandes potencias beneficiarias de estas estructuras inequitativas en el ámbito financiero internacional.

[8] “Artículo 416.- Las relaciones del Ecuador con la comunidad internacional responderán a los intereses del pueblo ecuatoriano, al que le rendirán cuenta sus responsables y ejecutores, y en consecuencia:

12. Fomenta un nuevo sistema de comercio e inversión entre los Estados que se sustente en la justicia, la solidaridad, la complementariedad, la creación de mecanismos de control internacional a las corporaciones multinacionales y el establecimiento de un sistema financiero internacional, justo, transparente y equitativo. Rechaza que controversias con empresas privadas extranjeras se conviertan en conflictos entre Estados.”

Alberto Acosta: Economista ecuatoriano. Presidente de la Asamblea Constituyente 2007-2008.

Publicación original: https://rebelion.org/los-cipayos-neoliberales-defienden-el-arbitraje/

Categories: D2. Socialism

The Fine Print I:

Disclaimer: The views expressed on this site are not the official position of the IWW (or even the IWW’s EUC) unless otherwise indicated and do not necessarily represent the views of anyone but the author’s, nor should it be assumed that any of these authors automatically support the IWW or endorse any of its positions.

Further: the inclusion of a link on our site (other than the link to the main IWW site) does not imply endorsement by or an alliance with the IWW. These sites have been chosen by our members due to their perceived relevance to the IWW EUC and are included here for informational purposes only. If you have any suggestions or comments on any of the links included (or not included) above, please contact us.

The Fine Print II:

Fair Use Notice: The material on this site is provided for educational and informational purposes. It may contain copyrighted material the use of which has not always been specifically authorized by the copyright owner. It is being made available in an effort to advance the understanding of scientific, environmental, economic, social justice and human rights issues etc.

It is believed that this constitutes a 'fair use' of any such copyrighted material as provided for in section 107 of the US Copyright Law. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, the material on this site is distributed without profit to those who have an interest in using the included information for research and educational purposes. If you wish to use copyrighted material from this site for purposes of your own that go beyond 'fair use', you must obtain permission from the copyright owner. The information on this site does not constitute legal or technical advice.